El Estado francés disolverá «Civitas», organización integrada por católicos

«Civitas» responde: Francia es cristiana y lo seguirá siendo

El ministro del Interior de Francia, Gérald Darmanin, ha anunciado que actuará de oficio para disolver Civitas, una organización que agrupa a católicos tradicionalistas franceses y que se define a sí misma como un movimiento político inspirado por la doctrina social de la Iglesia, el derecho natural y los valores patrióticos, morales y civiles.

El Estado francés, nacido de aquella Revolución que en 1789 tenía por lema «libertad, igualdad, fraternidad… o la muerte», actúa movido por un espíritu totalitario que no se va de vacaciones. 

Miembros de «Civitas» en oración dentro de la catedral de Metz

Varias y sonadas han sido las victorias judiciales de Civitas en diversos asuntos —algunas de ellas en la época de los cierres de iglesias, durante el confinamiento orquestado con la excusa del Covid19—; suyo es el mérito de movilizar y formar a los católicos franceses para defender el reinado de Cristo en Francia, país que nació y se configuró como católico. Civitas organiza peregrinaciones, vigilias de oración y actos de desagravio frente a sacrilegios y a actividades desacralizadoras de los templos; hace unos meses fueron expulsados de la catedral de Metz por rezar el rosario ante su altar mayor. Dicha expulsión fue promovida por el deán, que, por otra parte, organiza allí extraños desfiles de moda.

Toda esta actividad es algo que esa organización paraestatal secreta y discreta no les perdona, porque, en definitiva, tiene un objetivo a largo plazo diferente al de Civitas: seguir descristianizando Francia. A corto plazo, las declaraciones de Darmanin le vienen bien al Gobierno de Francia, que así coloca una cortina de humo sobre otros hechos desastrosos de su gestión, y a la vez impide que Civitas pudiera organizarse más para concurrir a las elecciones municipales.

La decisión gubernamental se basa en unas afirmaciones realizadas durante una conferencia pronunciada en unos cursos de verano por el presidente de Civitas, Alain Scada, sobre «actualidad del satanismo en la política mundialista» —la fulminante reacción del ministro permite constatar que es un tema que incomoda a las élites que detentan el poder—. En concreto, 50 segundos de un vídeo que dura más de una hora han servido al ministro para acusar a Civitas de «antisemitismo». La encargada de tramitar la orden ministerial será la «directora de libertades públicas», denominación paradójica en extremo, cuando se trata de una actuación represiva propia contra una organización civil que no ha causado problemas graves de orden público.

Civitas está recibiendo mensajes de apoyo de todo tipo de personas, algunas de ellas muy alejadas de su línea de pensamiento. Los católicos de Civitas han respondido con una frase de la Sagrada Escritura: «todos los que quieran vivir con piedad en Jesucristo serán perseguidos» (II Tim. 3,12).

Más allá de la batalla administrativa y judicial, Cassandre Fistrot ha manifestado: «no toleraremos ser perseguidos en nuestro país por nuestra fe en Jesús (…) Nuestro Israel es Francia».

Ana Herrero, Margaritas Hispánicas

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