EE.UU. ya prueba armas hipersónicas en el suelo australiano

AUSTRALIA SIGUE COMO COLONIA ANGLOSAJONA, AUNQUE APAREZCA COMO INTEGRANTE, POR IGUAL, DE LA ALIANZA AUKUS

Naval news

La Alianza AUKUS tiene sus compromisos. Y el proporcionar a Australia submarinos estadounidenses tiene el precio de prestar territorios poco poblados (sólo por aborígenes) para la prueba de sus armas más avanzadas. En este sentido la Secretaria del Ejército de EE.UU., Christine Wormuth, declaró que la contribución de Australia a la alianza no tiene por qué implicar siempre una inversión financiera.

En este marco, Australia (más concretamente, alguno de los 400 pueblos aborígenes) ya ha sufrido el primer lanzamiento de un misil balístico ATACMS, en el marco justificativo de unas maniobras militares. Recordemos que misiles guiados del sistema ATACMS, en número de cuatro, fueron lanzados por EE.UU. y Corea del Sur por igual, en octubre del pasado año, para «disuadir nuevas provocaciones» del régimen de Kim Jong-un, como había recogido en su momento la agencia surcoreana Yonhap.

Y es que Australia sigue como colonia anglosajona, aunque aparezca como integrante, por igual, de la Alianza AUKUS. Allí era donde Gran Bretaña empezó a realizar pruebas de bombas nucleares, desde 1952 hasta 1963: más de una docena. La potencia más alta fue de 27 kilotones. En 1994, el gobierno de Australia decidió pagar una indemnización a los representantes de la tribu Tjarutja por un monto de 13,5 millones de dólares.

Además de los misiles hipersónicos, Christine Wormuth hizo referencia al Precision Strike Missile (PrSM). Se trata de un misil táctico con un alcance máximo previsto de 1.000 kilómetros (actualmente es de 500 kilómetros), que sustituirá al ATACMS, y que sufrirán primeramente los aborígenes australianos.

El 2 de julio de este año, miles de personas se manifestaron en Australia para apoyar el sí en el referéndum que el país celebrará a finales del año para aprobar o no la creación de un órgano consultivo que represente a los pueblos indígenas mediante una enmienda de su democrática Constitución. Porque en esa democracia plena que goza Australia, los descendientes de los exterminadores ingleses deberán responder si aprueban o no una propuesta de ley para modificar su Constitución con el fin de reconocer a los aborígenes y a los isleños de la Isla de Torres mediante la Voz, un organismo que representará a los primeros pueblos indígenas de Australia, ya que su Constitución de 1901 no reconoce la existencia de esos pueblos indígenas y permite aprobar leyes en función de la raza.

Naturalmente, a los aborígenes que quedan, que no llegan al 4% de la población total, ya que los genocidas ingleses declararon a su llegada a Australia como terra nullius, es decir, sin habitantes humanos. A su llegada, en 1770, vivían cerca de un millón de aborígenes. Un siglo después solo quedaba con vida unos 30.000. Y no fueron considerados ciudadanos hasta 1967 y no podían ser propietarios de las tierras de sus antepasados.

María Dolores Rodríguez Godino, Margaritas Hispánicas

 

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