Agenda franquista y Agenda 2030 (II)

LA TESIS DE LA DISCONFORMIDAD SÓLO LA SOSTIENE HOY DÍA UN PUÑADO DE «CATÓLICOS» DEL CAMPO PROFRANQUISTA

Julián Gil de Sagredo (1917 - 1996). Doctor en Filosofía y Letras, y en Derecho. Abogado.

Continúa argumentando Gil de Sagredo: «3) Porque el poder público ejerce un control absorbente sobre casi todas las actividades de los ciudadanos. De ahí esa proliferación monstruosa y deforme de disposiciones oficiales, a tres mil por año –véase Colección Legislativa Aranzadi–, que ahogan la iniciativa y el ejercicio de las facultades naturales de la persona, a través de trabas, barreras, obstáculos, requisitos y murallas administrativas insalvables (la apertura hoy de una industria –por ejemplo– constituye un auténtico calvario). De ahí también que el ciudadano, al carecer de una proyección propia y natural de orden municipal, comarcal, regional y social, que pueda eficazmente proteger sus intereses, se encuentra minúsculo y enano en su pequeñez frente a la acción política directa del poder descomunal del Estado. 4) Porque, en contraste con aquella centralización administrativa, no ahoga en raíz los brotes de separatismo político que atentan contra la unidad de la Patria. 5) Porque –resumiendo– contra el principio tradicionalista “más sociedad menos Estado” (Vázquez de Mella), hoy tenemos un Estado inmenso sobre una sociedad ridícula; o bien, un Estado tan social que la sociedad ha pasado a ser Estado».

Aunque el último lema aducido no sea del todo afortunado por su ambigüedad y derivaciones polémicas, se entiende bien el sentido de la crítica de Gil de Sagredo, el cual termina su denuncia diciendo: «Existe divorcio en el orden económico entre los Principios de la Tradición y la estructuración real y de hecho de la sociedad [franquista], porque lo que impera hoy sobre las estructuras sociales es el liberalismo capitalista (adueñado del poder político) que, mediante la exaltación sin control moral, social ni político de las fuerzas económicas, acapara todas las fuentes de la riqueza en los monopolios de unas pocas sociedades anónimas plurinominales y plurinacionales, reduciendo el campo de la propiedad a límites exhaustivos, depauperando las poblaciones agrícolas, extinguiendo la mediana y pequeña empresa, trasvasando el sector agrícola al industrial, saturando hasta la asfixia el cuerpo de la burocracia parásita y ampliando sin tasa y sin medida la llamada clase proletaria».

Pasemos ahora al otro análisis del que hablábamos al principio, aparecido en el nº de 5 de Octubre de 1974 del semanario Blanco y Negro bajo el título «Lo que está pasando», y cuyo autor es esta vez Gabriel Cisneros, uno de los futuros «Padres» de la Constitución de 1978, y que por entonces ocupaba el puesto de «Jefe del Servicio de Estudios de la Presidencia del Gobierno». En sus primeras líneas comienza diciendo: «España –o sea, la mayoría numérica de sus habitantes– acaricia una posibilidad, incierta y difícil, pero resueltamente alcanzable; una posibilidad que tantas veces le ha sido históricamente negada: la de alcanzar una normalidad civil, asentada sobre el pluralismo, la tolerancia y el respeto del otro, en la que la inexorable diversidad de las ideas, las aspiraciones y los intereses se expresen en forma de discrepancia y no en forma de ese atroz deporte nacional que es la guerra civil. Cerca de cuatro décadas de firme estabilidad han servido para alumbrar las condiciones económicas y sociales que pueden servir de urdimbre y nervatura para sostener esa hermosa y sugestiva posibilidad».

Como se ve, el enfoque de Cisneros es distinto al de Gil de Sagredo. No es sólo que aquél enjuicia como positivo lo que éste evalúa como negativo, sino que afirma que esas condiciones a las que se ha llegado son el resultado natural y normal del régimen existente, y no –como sostenía Gil de Sagredo– una decantación accidental disconforme con la ideología del mismo. Hay que señalar de todas formas, que la tesis de la disconformidad sólo la sostiene hoy día un puñado de «católicos» del campo profranquista, residuos del antiguo movimiento fuerzanovista de Blas Piñar, mientras que la otra tesis –la de la perfecta conformidad entre teoría y práctica en la dictadura franquista con vistas a desembocar en la actual democracia liberal– es la mayoritaria en el susodicho campo, empezando por la propia Fundación Nacional Francisco Franco. Nosotros nos limitamos a apuntar que esta segunda visión es la correcta y verdadera a la hora de interpretar a la dictadura franquista en el terreno de los puros hechos, con independencia de la disparidad de juicios valorativos que nos merezcan dichos hechos.

Como resumen de esta posición, nos basta con citar la siguiente declaración pronunciada por D. Fernando Suárez (uno de los actuales principales sostenedores franquistas de la tesis de la conformidad) en su famoso debate parlamentario del 16 de Noviembre de 1976 con Blas Piñar (principal representante de la tesis contraria): «Si el pueblo desea el tránsito pacífico de la presente situación a una situación nueva, ésta será la primera vez […] que una Constitución española se reforma por los procedimientos previstos en la misma y “sin romper un plato” […]. Este hecho, que sin duda ha de quedar consignado entre las páginas decisivas de la vida española, será –por mucho que se intente falsearlo– uno los mayores méritos de la etapa histórica que estamos culminando. Y sería empequeñecer ese mérito resistirse a que el Régimen [franquista] pase a la Historia como el primero que logra situar a los españoles en el nivel social, cultural, económico y político que hace posible la consolidación de una plena democracia».

(Continuará)

Félix M.ª Martín Antoniano     

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