En plena evacuación de la población armenia de la región de Nagorno-Karabaj, el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinián advierte que se «avecina una limpieza étnica». De producirse esa tragedia, sería una más de las muchas que ha sufrido el pueblo armenio en su historia. A pesar de un referéndum favorable a la unificación con Armenia y después de años de enfrentamientos que han dejado atrás cientos de muertos, Azerbaiyán —país con reservas petrolíferas— se ha impuesto, ante la aparente indiferencia de Rusia; y estos días multitudes de armenios tienen que abandonar de forma definitiva sus casas, sus tierras y su historia personal. La población no está esperando para comprobar si son ciertas las intenciones del presidente azerí, Iljam Alíev, de respetar su integridad física.
Mientras esto sucede, las poblaciones de la antigua Cristiandad siguen prisioneras del liberalismo en todos los ámbitos y eligen dirigentes que importan población mahometana proveniente de países sin conflictos, a la vez que ignoran el sufrimiento y el peligro que corren los cristianos en Armenia y los católicos en tantos otros países.
Agencia FARO
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