Es discutible que en la música pueda hablarse de dialéctica; aun así se me viene a la mente la pasional obertura wagneriana del Acto III de «Die Meistersinger von Nürnberg», donde la disputa de los cornos franceses y las cuerdas configura la «contienda», razón de más para que Valle Inclán viera como arcana la música de Wagner al lado del «amor de los efebos».
En lo que sí encontramos dialéctica es en los frutos del racionalismo, la corriente medular de la modernidad. Jaime Balmes, en su famoso libro «El Criterio», nos comenta que el buen pensador procura ver en los objetos lo que hay y que la postura de los hombres que ven mucho en todo cae en el desacierto de ver lo que no hay: hasta seres espaciales, por sacar a colación el tema que nos atañe. La otra postura contraria en esta dialéctica es ver bien, pero poco. Si este aspecto del objeto desaparece, ya no ven nada, dice el prelado de Vic. Esto último resulta perfectamente aplicable a la respuesta del biólogo de la UNAM (Antonio Lazcano) a las supuestas pruebas que presentara otro Jaime, de apellido Maussan, de que hay vida en otros planetas. Lazcano comenta que el «único ejemplo de vida que tenemos en la Tierra, no es resultado ni de un milagro, ni de un acto de creación espontáneo, sino que es resultado de un proceso». La contienda entonces nos muestra por una esquina, en términos de la mejicanísima lucha libre (o lucha liberal más propiamente) al sueño de la razón de Goya: el evolucionismo; y en la otra esquina, podríamos decir a la pesadilla de la razón y su literalmente, ridículo, delirante y monstruoso «ser espacial» que presentara Maussan ante la Cámara de Diputados.
Son engendros ambos de las dos posturas del racionalismo liberal en sus dos vertientes que nos señala Juan Fernando Segovia: «los dos caminos para liberar a la razón: uno es exaltarla y tomarla como lo más divino en el hombre, la potencia que basta por sí para que el hombre construya su mundo (resultado de los procesos que el biólogo menciona), y reelabore todo el universo (…), la diosa razón (…). El otro método consiste en deprimir la razón y bastardearla, declarando su absoluta inutilidad en materia de fe». Esto último, en tiempos de Lutero con su sola fides, sola scriptura; pero en este caso, convertido en una suerte de fe en los mitos marcianos.
Pero ya sea la diosa razón o el fetiche ultraterrestre, no se puede salir del contexto dialéctico del ring, donde no hay rudos ni técnicos. Es pues preciso pensar bien para despertar de los sueños de irrealidad, y no como Kant que creyó despertar leyendo a Hume, para caer sólo en la pesadilla del criticismo. Es preciso volver a la tradición aristotélico-tomista para evitar ser embaucados por unos y otros. «Et cum vidisset Iesus cogitationes eorum, dixit: Ut quid cogitatis mala in cordibus vestris? (Mt. 9, 4)», («mas Jesús, viendo sus pensamientos, dijo: ¿por qué piensan mal en sus corazones?»).
José Santiago de Alvarado, Círculo Tradicionalista Celedonio de Jarauta.
Deje el primer comentario