La prensa rosa estalló con la posible boda del alcalde de Madrid, Martínez-Almeida. Y movilizó una nutrida fauna de cloaca, que es la que suele convocar. En ese zoológico, algunos animales de acequia son célebres en redes, y se vanaglorian de ser muy castizos o muy españoles.
Desconozco los avatares del casamiento, tampoco me interesan. El alcalde de Madrid, aunque no merece en lo general defensa, ya tendrá quien le defienda. Lo que llamó mi atención es que criticaban de esto que el matrimonio fuese temprano, que el noviazgo hubiese sido corto. Como cortos, por cierto, deben ser los noviazgos cristianos castos.
Esto es llamativo, porque posiblemente es lo único católico que ha pretendido hacer Martínez-Almeida, aunque sea por accidente. Que quien se arroga un auntenticismo español saque espumarajos por la boca por una buena costumbre católica, que entienda que eso es lo criticable, nos da muestra de su defectuosa virtud patriótica. Porque el español, ante todo, es católico.
Hay muchos que, por criticar el puritanismo, acaban asociando a esa herejía cosas que no le pertenecen. Buenas costumbres y virtudes, morales y teologales, que requerimos ejercitar para nuestra perfección natural y sobrenatural. Todo eso lo encierran en un saco y lo llaman puritanismo, lo que aplaca la conciencia cuando uno se entrega a una perezosa revolquera entre los vicios.
Los que proceden así, que tristemente no son pocos, se hacen una idea de España como la han pintado sus enemigos: bárbara, apasionada en extremo, esclava de toda pulsión, cuanto más baja mejor. Estrellas de esta guisa alumbraron nuestras últimas décadas en lo artístico y lo político: Jesús Gil, Julio Iglesias, Bertín Osborne, últimamente José Luis Ábalos, precedidos por un disoluto adelantado, el usurpador Juan Carlos.
Y en estas críticas necias enseñan qué entienden ellos por noviazgo: un concubinato salvaje, una borrachera carnal, más animalesca que humana, después de la que ya se verá si uno se casa o no. Es decir, lo contrario a un noviazgo, que desde luego es casto porque se ordena decididamente al matrimonio.
Es posible que también Martínez-Almeida se encuentre entre los mencionados, quién sabe. Lo que es destacable es que se ataque lo católico, lo hispánico. Todos esos que lo hacen, la presenten de un modo más o menos soez, sólo tienen una idea de España y del hombre español: la del personaje deletéreo José Luis Torrente.
Roberto Moreno, Círculo Antonio Molle Lazo de Madrid
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