Como la hidra tiene muchas cabezas, la leyenda negra anticarlista tiene muchas figuras: el mito quijotesco, la ignorancia atávica, el retrogradismo historicista… Reflejos de una misma falsedad.
El conocimiento veraz de qué es eso del carlismo nos lo proporcionarán los hechos políticos e históricos.
Ante todo, nos topamos con que el carlismo es un movimiento, o más bien un cuerpo político. Denso, feraz, robusto, que desde su decantación gozó de un vivo arraigo popular. Sólo así pudo soliviantar el terruño peninsular con tres guerras. Sólo así pudo inclinar decisivamente una cuarta cruzada. Sólo así, en fin, fue capaz de contener cuanto era posible la implantación de la Revolución y la desmantelación de España.
Por ello le cae mejor el nombre de Comunión: se levanta como un contingente militar, jerarquizado eficazmente en requetés de devotos soldados. En tiempo de armisticio, se mueve a una, como un cuerpo, en sus hacendosos órganos, bajo una autoridad clara y visible.
El carlismo sostiene y se aglutina al rededor de un ideal o ideario, que en realidad es el católico y español, y por ello en él está presente de modo pleno la pervivencia y la continuidad histórica de España.
Devotamente pío, declaradamente hispano y popular. Esforzado en la guerra, hacendoso en la tregua. Irreductible en sus principios, diligente y estratégico en sus medios, sólo admitiendo los que son justos. Ante todo, leal a Dios y al Rey.
Éste es el carlismo, que para serlo no pudo ser sólo popular o sólo noble, sólo cristiano o sólo español, sólo teórico o sólo práctico, sólo regional o sólo nacional. Ha de serlo todo, porque todo eso requiere una patria cristiana plena.
Es de destacar cómo la Comunión no sólo ha tenido hasta hoy esa blancura del pueblo, sino la calidad y los brillos prudenciales en sus jerarquías, y el despliegue intelectual de numerosos pensadores. Por sí, y por las difíciles circunstancias que trajo la Revolución, es necesario poder comprender sus peligros para poder enfrentarlos, y hacerlo del modo adecuado. Sin un juicio y un mando claros es una tarea imposible de acometer.
Terminando con una definición más escueta, no puede entenderse lo que es el carlismo, ni su perduración y solidez, sin las tres bases que lo ordenan: 1º, el carlismo es un legitimismo, es una Comunión que no tiene sentido sin la bandera dinástica, el rey legítimo que lo conduce, hoy S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón. 2º, es una cristiandad hispánica, la continuidad de las Españas. 3º, es concreción de un fundamento religioso y político, que también defiende explícitamente en su doctrina jurídica y política.
Roberto Moreno, Círculo Antonio Molle Lazo de Madrid
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