El documental Our Brand is Crisis (2005) demuestra cómo el negocio de la democracia se planifica y se ejecuta moviéndose en los presupuestos ideológicos del mundo moderno. El derecho nuevo, el antropocentrismo, el voluntarismo, todos estos errores configuran parte de la cultura liberal ya muy arraigada en amplias partes del mundo e impuestas por la Revolución.
En el contexto particular de Bolivia, las elecciones generales de 2002 dieron como ganador a Gonzalo «Goni» Sánchez de Lozada con apenas un 22,46% de los votos, frente a un Evo Morales que tenía un 20,94% y a un Manfred Reyes Villa que se llevaba el restante 20,91%. Fue una contienda muy difícil, y el descontento se dejó entrever con gran rapidez, cuando en febrero de 2003, un impuestazo decretado por Goni despertó la furia de la población.
Meses más tarde, ya para octubre del 2003, Goni tuvo que renunciar por la enorme presión de las protestas. La excusa para las manifestaciones fue que su gobierno quería vender gas a Chile, enemigo de Bolivia por haberle quitado a este país el mar en el siglo XIX, pero lo cierto es que había algo más detrás.
El agitador Evo Morales, necesitado del poder político para incrementar la producción de sus cocales impunemente, y apoyado por organismos extranjeros, quería llegar a la presidencia. Años más tarde obtendría éxito, pero de momento, en 2002, aún no terminaría de calar por completo su imagen de indígena pobre y humilde, en un país que ha tenido solo presidentes blancos o mestizos a lo largo de su vida republicana.
Por otro lado, Bolivia estaba muy dividida, luego de un intento más del Gral. Banzer en su presidencia (1997-2001) por detener el narcotráfico con su política de «coca cero». Tras el fallecimiento de este por cáncer, llegó una débil gestión de su sucesor, el socialdemócrata «Tuto» Quiroga.
Y los católicos, muy confundidos, treinta años después del Concilio Vaticano II, se encontraban gobernados por un clero boliviano que, tal vez muy de buena fe, obedeció sin resistencia en lo bueno y en lo malo. La población, imbuida de inmanentismo, creyó en el cuento emenerrista de que «estamos en crisis» y, temiendo más la crisis económica que la espiritual, acudió desesperada a votar por quien más prometía resolverle los problemas materiales.
Cabalmente, las elecciones de 2002 tuvieron lugar cincuenta años después de la Revolución del 52, acontecimiento que había catapultado al mismo partido que protagonizó dichas elecciones: el MNR. Our Brand is Crisis refleja cómo el MNR fue capaz de ejecutar una fuerte campaña en la que se valió de métodos incluso moralmente cuestionables, como dañar la reputación de otros candidatos mediante la difamación y la calumnia.
No sería de sorprenderse que lo que se relata en aquel documental sea replicable también en otros países, en cuanto al caso típico del partido corrupto que recurre a cualquier método para alcanzar la victoria. Más allá de que haya personas bienintencionadas dentro de algunos partidos haciendo lo que pueden por frenar el mal, lo cierto es que, mientras Cristo no reine en nuestras instituciones, este sistema va a seguir padeciendo la gran deficiencia de vendernos que «estamos en crisis», y poniéndonos en una situación constante de alerta para que votemos por ellos y omitamos la ley de Dios.
Lucas Salvatierra, Círculo Tradicionalista San Juan bautista
Deje el primer comentario