Generación de cristal (II). Activo victimismo.

LA PRINCIPAL ACTIVIDAD DE ESTA GENERACIÓN DE CRISTAL ES LA DEL LLORIQUEO

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La juventud de hoy en día es una especie de seres nerviosos y sin pizca de paciencia en su actuar cotidiano, culpando de sus complejos a los demás, a los padres, a los profesores, a la sociedad en general, o a alguna determinada ideología. No hay que ser muy listo para darse cuenta de que hay cierta tendencia a que los que fueron maltratados por sus padres, maltratan a sus hijos en el futuro, los que fueron acosados en los colegios, se vuelven maníacos, asesinos o violadores, los que fueron extremadamente pobres se vuelven ricos pisando al prójimo sin ningún tipo de escrúpulo, los que sufrieron un desamor, destrozan la vida sentimental de sus parejas. Esto no es más que el efecto, la consecuencia de un ego dañado de un Dios caído y de una sed de venganza peligrosa, inadmisible para una sociedad que quiere considerarse sana.

Es muy común escuchar en la juventud afirmaciones tales como: «cada uno vive su vida como quiere y nadie debería de tener el derecho de decirnos lo que tenemos o lo que no tenemos que hacer», «¿quiénes se creen los otros?», «¿se creen mejores que nosotros por haber estudiado más y por tener más edad?» No quieren trabajar ni realizar cualquier esfuerzo físico (aunque sea en el mercado laboral tan nefasto en el que nos encontramos). Aunque el mercado laboral explota al trabajador hasta convertirlo en mera mercancía, nada tiene esto que ver con la falta de paciencia de la juventud, su falta de resistencia física y psíquica para realizar un trabajo, ni, como he argumentado en generación desobediente, con su incapacidad para obedecer.

Es como si tuviesen alergia al concepto de esfuerzo, como si todo lo relativo a él les causase náusea. Prefieren pasar el poco tiempo que tiene en esta vida perdiendo el tiempo en asuntos banales con personas banales que dicen tener los mismos problemas que ellos, porque hoy en día hay una tendencia a valorar más a la persona débil que a la fuerte, y no me refiero a apoyar a dicha persona, sino a valorarla. Me da la sensación de que no quieren hacer absolutamente nada, parece que su realidad se limite a la desvirtuarlización de la misma por conducto del alcohol, redes sociales y drogas (si lo dice Antonio Escohotado, está bien drogarse).

Entonces, ¿cómo van a trabajar si una orden hiere su orgullo? ¿cómo van a estudiar si la sabiduría de otro hiere su orgullo? Así que, de algún modo tienen que blanquear su pusilanimidad y, como está la tendencia de poner en un altar al que diga tener más «problemas de salud mental» a causa de los demás, a causa o culpa de un enemigo, causa o culpa de cualquier factor menos, por supuesto, de ellos mismos… muestran su debilidad y su flaqueza al mundo en las redes sociales con una actuación que poco tiene que envidiar a las tragedias shakesperianas, y como perciben que hay una gran retroalimentación (llámenlo feedback), nunca querrán salir de ese pozo que están cavando y cavando día a día, nunca van a querer detener la espiral de la serpiente que se muerde la cola, nunca van a querer parar de lloriquear y de disfrutar de cómo el mundo analfabeto glorifica su llanto. Así, la principal actividad de esta generación de cristal es la del lloriqueo, y todavía argumentan, con espléndido sofisma, que «no son la generación de cristal porque sean frágiles, sino porque son transparentes a la hora de exponer sus problemas al mundo».

(Continuará)

Sergio Salazar, Círculo Hispalense.

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