Superioridad ética

GTRES

El exministro del PP José María Michavila abre la portada de una revista para familias católicas: «Nada en política me hizo sentir en contradicción con mi fe». ¿Cómo resumir tamaño disparate? Hay que recordar su criterio cuando ejerció como Ministro de Justicia. Y sus acciones en relación con ETA: «la superioridad ética de la democracia sobre el terrorismo».

Afirmar esto nos encierra en una compasión de víctimas indolentes, dando por buena la primera estulticia: la democracia goza de superioridad ética. Este desvarío no puede ser mantenido por ningún católico. Encierra una trampa letal en política: admitir al mismo nivel la posición de sostener la patria y la posición de destruirla.

Aceptar la superioridad ética de la democracia, convierte la lucha antiterrorista en una lucha entre iguales. En un mero pulso de poder para ocupar la cúspide de un sistema. Cuando los terroristas guardan el revólver, se convierten en demócratas de toda la vida para encaramarse en las instituciones. Eso es un régimen democrático carente de noción de España. Para todos los demócratas, España no va más allá de los metros cuadrados de la bandera izada en la Plaza de Colón. El fin del terrorismo estaba condenado a la negociación y el reparto.

En el vacío moral y existencial que nos asola, el sistema del 78 se diviniza como una razón de sí mismo, generando todo un universo ético. Se instituye en ídolo

¿Se han fijado en que los únicos nombres de víctimas de ETA que pululan en la memoria colectiva son militantes de la partitoracia? Jesús Velasco Zuazola, por ejemplo, ¿no participaba de esa ética superior? ¿Lo ha visto en el olimpo de la víctimas junto a Miguel Ordóñez o Fernando Múgica? Ni un pino ni un violonchelo.

El exministro Michavila sentencia: «La política está para mejorar el mundo. Luego está la vida personal de cada uno». Cosas de la superioridad ética.

Roberto Gómez Bastida, Circulo Tradicionalista de Baeza