Pedro Sánchez, el perfecto constitucionalista

LA DERECHA PONE TRONOS A LAS CAUSAS Y CADALSOS A LAS CONSECUENCIAS. LA IZQUIERDA, EN CAMBIO, PONE TRONOS A LAS CAUSAS Y TAMBIÉN A LAS CONSECUENCIAS

Pedro Sánchez y Alberto Núnez Feijóo, el pasado agosto. THOMAS COEX. AFP

La derecha española no aprende. No hay manera de que aprenda. Son los eternos perdedores de «la democracia que nos hemos dado» y lo son porque no aciertan a comprender la finalidad del constitucionalismo: justificar la voluntad del más fuerte con la máscara de la juridicidad.

Cuando el artículo 2 de la Constitución dice que ésta «se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española», en realidad debemos leer que la Constitución «se fundamenta en un pacto que dice que se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española». La Constitución como técnica jurídica nunca puede escapar de su configuración formal. «Cuanto en una Constitución se escriba —ha escrito Rafael Gambra—, se hace como emanado de una convención o acuerdo de voluntades humanas, nunca como reconocimiento de algo que existe por sí y que trasciende a esa voluntad humana». En el fondo, el constitucionalismo es una secuela del liberalismo. Y «el liberalismo —ha dicho el gran Vázquez de Mella— no admite nada permanente, más que el derecho a que no haya nada permanente».

Por eso resulta risible ver a la derecha española defender la Constitución «contra Sánchez y la amnistía». No hay nada más contraproducente. No comprenden que Pedro Sánchez, en realidad, es un perfecto constitucionalista que ha aplicado con admirable coherencia la lógica de Peces-Barba sobre el aborto: «Desengáñense sus señorías —advirtió en los debates parlamentarios sobre el derecho a la vida en las «cortes constituyentes»—: todo depende de la fuerza que está detrás del poder político y de la interpretación de las leyes. Si hay un Tribunal Constitucional y una mayoría política proabortista, ‘todos’ [en referencia al artículo 15 de la Constitución] permitirá una ley del aborto; y si hay un Tribunal Constitucional y una mayoría antiabortista, ‘personas’ impedirá una ley del aborto».

La derecha, como tantas veces se ha dicho, pone tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias. La izquierda, en cambio, pone tronos a las causas y también a las consecuencias. Por eso la democracia constitucional es necesariamente de izquierdas.

Manuel Sanjuán, Círculo Cultural Juan Vázquez de Mella.

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