
Querido Javier:
Supongo que estos días has estado ajetreado entre los preparativos y la toma de posesión de la presidencia, y por eso no me habrás podido llamar. Te perdono y te transmito mi más efusiva enhorabuena.
Me preguntabas en el último encuentro espiritista que qué tal estoy. No puedo quejarme: hace un rato estaba jugueteando con los perros de ultratumba de Joe Biden y Zelenski, además de comentar los últimos acontecimientos. La mascota de Biden, que también chochea, dijo que le recordabas a David Berkowitz, pero le hice callar con un fantasmagórico mordisco.
En este otro lado, ya sabes que me pongo a los pies del número uno entre juego y juego. Gracias a él ahora eres presidente. No sabes cómo se llama, pero ya pactamos que, como él te ha dado algo, tú le tienes que dar algo. Me pide que te comunique que estás haciendo muy bien empezando a pagar.

Al número uno y a mí nos encanta el diseño de la mansión que vas a construir para mis cuatro clones en exclusiva, en la finca presidencial. No te olvides que es importante que nadie les moleste: emplea todos los recursos y toda la plata de la Argentina si fuera preciso (da igual si se gasta en dólares o no). Esa mansión para mis cuatro clones es señal de poder, y es lo que merece el genoma del sabueso Conan: somos tus hijos de cuatro patas.
No descuides la formación de tu hermana como medium canina. Para la información delicada lo mejor es que mantengas a este adivino de confianza y amplia experiencia que estoy usando ahora, pero no le debes molestar todos los días. Para las cosas pequeñas y cotidianas que se pueden hablar entre uno y otro mundo, nuestra querida Karina está más que certificada.
La mejor obra que has hecho hasta el momento es reconocer el auxilio y el poder que te hemos dado. Grabar las caras de tus hijos de cuatro patas en el cetro de mando del gobierno argentino es una firma honesta. Eso es verdadera gratitud, verdadera piedad: dar a quienes te han dado lo que tienes. Por cierto, si estás aún a tiempo, asegúrate de que Abascal no abandone el país antes de besar el báculo.
Que esta felicitación no te haga dormirte en los laureles. Te debes más a nosotros que a tus padres, tienes que hacerlo cumplir. La misma Argentina se debe más a nosotros que a sus padres, y tienes que hacerlo cumplir. La religión de tu investidura no es la de la Catedral, es la del número uno y la nuestra, iluminada por menorás y hanorás. Lo de no dar lo santo a los perros, no se referían a nosotros.
Yo soy tuyo, tú eres mío,
Conan.
Deje el primer comentario