Más de seis horas supone el viaje desde Sanzoles, en tierras de Zamora, hasta Puebla de Don Fadrique en la comarca de Huéscar al norte de Granada; pero merecerá la pena para conocer su tradición de «los animeros» y, ya de paso, disfrutar de sus paisajes. El día 28 de diciembre, cuando la Iglesia recuerda la matanza de los pequeños betlemitas ordenada por Herodes, la Puebla, por su parte, recuerda a las almas de los difuntos y reza por ellos.
Los «animeros», que son los miembros de la Hermandad de Ánimas de la localidad, salen por la tarde acompañados de los «cascaborras» que, provistos de látigos, persiguen por el pueblo a quienes se nieguen a dar limosna para las ánimas. Es conveniente llevar al menos unas monedas.
Se cuenta que el origen remoto de estos «cascaborras» o Hermandad de Ánimas fue el constituir una milicia popular creada para defenderse de los moriscos que se habían agrupado en gran número en la comarca, al ser expulsados de otras zonas.
A los miembros de la Hermandad se les unen los «inocentes», igualmente denominados «diputados» que son dos alcaldes, el secretario y dos «ministros». Esto es así desde que en el año 1813 el rey Fernando VII mediante real cédula concedió la condición de autoridad a todos estos durante los días de recorrido. La comitiva transita por las calles del pueblo, visitando las casas de los vecinos y, finalmente, llega a la ermita de la Puebla junto con los vecinos. En el interior se reza por las ánimas benditas, entonando cantos en honor a la Virgen del Carmen y pidiendo su intercesión.
Al finalizar los cantos y oraciones, se canta y se danza ante la ermita. Algunos hombres tendrán que pagar «un rescate» por sus mujeres y novias, si es que las han sacado a bailar los «cascaborras».
El dinero recaudado se emplea para la Hermandad de Ánimas, en cuya casa muchos acabarán para degustar la degustar la gastronomía poblata, como la gueña, patatera, la mistela o la cuerva.
Ana Herrero, Margaritas Hispánicas
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