
El ambiente de crisis política propiciada por el gobierno de turno es un patrón que se ha venido repitiendo en los últimos 20 años. Es un efecto del que la democracia se sirve como herramienta para sostener su frágil estructura, para mantener a la población en un clima de tensión y zozobra.
Estos días, en medio de la crisis y tensión política que envuelven a Guatemala, se puede respirar el tufo que la democracia ha dejado desde su establecimiento. Estos años han demostrado irrefutablemente que erigir la democracia como fuente y pilar del Estado es contraproducente para mantener la armonía de la sociedad.
En esta incertidumbre, preocupa la ausencia del pastor S. E. R. Gonzalo de Villa. Desde que ha asumido el cargo de arzobispo de la Diócesis de Santiago de Guatemala, no ha reconfortado el corazón de los fieles católicos. Hemos sufrido a los grupos desestabilizadores atacando los templos sin que se pronuncie.
El Adviento estará opacado por el clima de incertidumbre que se vive en estas tierras. La pandemia ha afectado todo el orbe, y también se ha llevado por delante las celebraciones de la tradición cristiana. El clima de júbilo en que cada fin de año nos envolvemos quedará como la pascua, relegada a los hogares, a la intimidad de la familia.
Las fiestas de la Inmaculada Concepción, una de las advocaciones más arraigadas en Guatemala se vivió a puerta cerrada. Sin embargo, en las comunidades donde la Purísima es patrona del pueblo hubo la quema de pólvora como es costumbre, que se resistió a desaparecer. Y como ya es tradición, hizo aflorar la nostalgia del pueblo mariano de Guatemala.
Rafael García, Circulo Tradicionalista del Reino de Guatemala