La «nueva teología» y la «Ostpolitik» se encuentran de nuevo: ¡Lucha Jacob!

buscar la bendición una clase de pareja distinta a la que Dios ha bendecido -hombre y mujer- es robar la bendición del Padre Eterno

Cuando Jacob ocupó el lugar de su hermano mayor Esaú, para recibir la bendición especial que su padre Isaac iba a dar a su primogénito, San Agustín ve en la actuación de Jacob más un misterio que una mentira. Éste sería figura de todos nosotros, pecadores, que, sin derecho alguno, nos vestimos con los méritos de Jesucristo, nuestro hermano mayor, y nos apropiamos de las bendiciones del Padre celestial, como lo hizo Jacob con la de su padre. Un poco más adelante en el relato del Génesis el mismo Jacob aparece luchando por la bendición del Ángel. Desde ese episodio será conocido como Israel. Una cuestión de nueva teología sobre la que queremos reflexionar es que la Madre de Jacob también ahora quiere que su hijo predilecto se revista de los méritos de Jesucristo, aunque probablemente lo presentará ante su padre sin el pelo de Esaú ni el guiso. Le dice a Jacob: Ve tal como estas y finge la voz de Esaú. Y el Jacob en tiempos modernos tampoco luchará con el Ángel, sino le dirá: “¡Es mi derecho! Dame mi bendición”.

Un gran problema actual es pretender que los dones, gracias y bendiciones de Dios sean convertidos en derechos, y en derechos humanos, ya de paso. La Ostpolitik implicaba el compromiso de los principios propios por cuestiones diplomáticas y, del mismo modo, en los sucesos más recientes tiene por intención complacer al grupo de interés que no busca convertirse, ni que le caigan las migajas de la mesa como a los perritos por la grandeza de su Fe (Mt XV,27). Mas bien el perro se sube a la mesa y le arranca el pan a su amo porque está acostumbrado a robar. Roba la atención del mundo por un mes entero al año y, además, ahora quiere la del clero. A los pecadores que luchamos con distintos pecados y vicios se nos dice indirectamente que ahora no hace falta el arrepentimiento ni pedir perdón del Cielo para estar seguros de escuchar aquel «Ve y no peques más», sino que se lo puede arrancar de las manos del Padre sin necesidad de luchar contra la carne, el mundo y el demonio. Al contrario, bastaría con entrar al jardín del Edén y robar el fruto. Es más, en este caso ni siquiera es necesario robarlo, los encargados de la huerta lo arrancan del árbol y te lo dan sin permiso del Patrón.

En el relato de los 7 días de la creación aprendimos que todo lo que Dios hizo era bueno y lo bendijo. Entre las criaturas estaba la primera pareja de la historia, Hombre y Mujer. Por tanto, buscar la bendición de otra clase de pareja —varón y mujer— que no sea la que Dios ha bendecido, es robar la bendición del Padre Eterno para aplicarla a otra pareja que no es la que Dios creó ni instituyó.

¡Qué más quisiéramos que la situación actual fuera semejante al relato de Jacob, cuando se hizo pasar por su hermano y cuando luchó con el Ángel! Aquí ni hay lucha ni hay pelo de Esaú; es el pecador desnudo del renacimiento que no reconoce su propia miseria y que incluso puede haber botado a la basura las vestimentas que hizo Dios para Adán y Eva para cubrir su desnudez de la vergüenza. El Jacob actual está orgulloso de su desnudez, de su pecado, y quiere por tanto ser admitido así, pelado. Recemos por la «Madre de Jacob» de hoy, que viendo desnudo a su hijo lo quiere presentar así, desnudo, al Padre y no lo reviste de los méritos de Jesucristo. Es la madre más irresponsable que se haya visto.

Jesse Mercado, Círculo Tradicionalista San Juan Bautista

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