«El Restaurador», portavoz por antonomasia de la ortodoxia católico-realista (I)

NO NOS EXTRAÑA EL ALTÍSIMO NIVEL DESPLEGADO EN ESA PUBLICACIÓN

Portada del primer Número de "El Restaurador".

Este mes de Enero se cumplen doscientos años de la desaparición del diario El Restaurador, en el mismo día 30 en que, por una Real Orden, D. Fernando VII renovaba su Real Decreto de 25 de Abril de 1815 prohibiendo la publicación de periódicos en la Corte a excepción de la Gaceta de Madrid y el Diario de Madrid. Creemos desafortunada esta medida precautoria, pues, aunque el punto de mira ciertamente eran los funestos papeles liberales, la disposición dada fue de índole general, y quizá habría sido más prudente haber promovido una discriminación entre impresos realistas y revolucionarios. Sin duda, eran muy pertinentes los escritos y sueltos católico-monárquicos que aparecían en la Gaceta, pero las circunstancias excepcionales exigían aquel tono contundente y aquella agudeza conceptual que caracterizaron magistralmente a El Restaurador durante la corta vida en que salió a la palestra entre el 1 de Julio de 1823 y el 30 de Enero de 1824. Recordemos, una vez más, que la segunda Restauración de D. Fernando se hizo bajo la égida de la Santa Alianza, y ante la presión de ésta fueron volviendo a puestos de responsabilidad política personajes del sector moderado de la Revolución, perfectos maestros en el doble arte diabólico, tanto de la simulación en su fingido carácter de defensores de la Religión y del Rey, como de la disimulación de su auténtica condición de enemigos del Altar y del Trono. El Restaurador, haciendo honor a su cabecera, abogaba por una plena e íntegra Restauración, sin medias tintas ni transacciones con cualesquiera de los conspicuos representantes del siglo. 

El periodista liberal Juan Pérez de Guzmán († 1928), en su Bosquejo histórico-documental de la Gaceta de Madrid (1902), registra como redactores del diario realista al P. Mercedario Calzado Fray Manuel Martínez Ferro, al P. Franciscano Fray Manuel Gómez Negrete, y a los Padres D. Felipe Lesmes Zafrilla, D. Bernardo Hernández de Alba, D. Gregorio Martín de Urda, y D. Serapio Serrano. Además de sus 189 Números (algunos de los cuales incluían Suplemento), editaron por separado 20 Números destinados a compilar los «Decretos, Órdenes y Circulares del Gobierno desde la instalación de la Regencia [= la patrocinada por la Santa Alianza] en 26 de Mayo», así como 8 «Trabajos Extraordinarios» reunidos después bajo el título Forma de las antiguas Cortes de Castilla, con algunas observaciones sobre ellas (1823).

En el «Aviso Preliminar» de esta última obra, se aclara que su objeto es presentar «una prueba irrefragable de que sus Actas y Cuadernos [= los de las antiguas Cortes] no pudieron dar margen a la extraordinaria mudanza ocasionada en el Gobierno de esta Monarquía con la promulgación de la Constitución de Cádiz», no siendo exactas «las observaciones, que precedieron a su formación, conocidas con el título de Discursos Preliminares [de Agustín Argüelles], ni fundadas las doctrinas que se estamparon después en apoyo del mismo Código, en la obra denominada Teoría de las Cortes [de Francisco Martínez Marina]»; y sentencia a continuación: «el texto literal de nuestras antiguas Cortes condena manifiestamente las teorías de la Soberanía Nacional, de las Cortes meramente populares, y del Poder legislativo de las Cortes con el Rey». De la seriedad de este trabajo da cuenta el historiador del Derecho José Manuel Pérez-Prendes († 2017), quien afirmaba que «quizás sea de lo mejor y más exacto que se ha escrito sobre el problema» (nota 3 de su monografía «Cortes de Castilla y Cortes de Cádiz», 1962).

No le iban a la zaga en profundidad y ciencia, a la par que en exposición clara y sencilla, los excelentes artículos didácticos, en los cuales se transluce la rancia tradición escolástica, incorporados en la parte final de la mayoría de los Números del diario, y que estaban dedicados a toda clase de materias: religiosas, sociopolíticas, jurídicas, culturales, históricas, polémicas, etc.

No nos extraña el altísimo nivel desplegado en esa publicación, tanto en su preclara manifestación del derecho natural católico y de la verdadera forma jurídico-política de la Monarquía española, como en su rotunda destrucción de los sofismas propalados por los revolucionarios de todo pelaje (especialmente los del amplio y camaleónico campo moderantista), si atendemos al fabuloso plantel que lo componía, previamente enumerado.

(Continuará)

Félix M.ª Martín Antoniano

Deje el primer comentario

Dejar una respuesta