Con ocasión del fallecimiento de doña María de las Nieves de Braganza de Borbón, compartimos con los lectores de LA ESPERANZA un artículo publicado en EL PENSAMIENTO NAVARRO, núm. 13.384, el día 16 de febrero de 1941 en su honor.
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Escribo estas líneas desde el Museo de Recuerdos Históricos, a donde he ido a rendir homenaje a la memoria de mi Reina Doña María de las Nieves.
Las banderas del Maestrazgo, las de Cataluña, tierras que ella cruzó como heroína de leyenda al frente de sus bravos voluntarios, parecían plegarse reverentes ante el recuerdo de la Reina que un día las vio pasearse retadoras. Y la bandera del glorioso Tercio de Doña María de las Nieves, enlutada con crespones, recibía, en esta mañana de su muerte, el más hermoso de los homenajes.
Una madre navarra, Doña Casilda Elizalde de Zalba, besaba con fervor ese trofeo bajo cuyos pliegues murió el hijo de su alma. Y el beso y las lágrimas de la madre, al juntarse con la sangre del hijo, recamaban la bandera con las perlas más preciosas que jamás pudo crear la tierra: las del valor, sacrificio, amor y lealtad.
En el silencio religioso que reinaba en las salas cargadas de gloria de la Casa Solar de la Tradición, el sollozo ahogado de la madre del Requeté mártir resonaba como eco inextinguible de firme esperanza, de amor inquebrantable a la Causa Sacrosanta que engendró a esos heroicos voluntarios de la Boina Roja que, para luchar por España, nunca pidieron otra recompensa que la de un puesto en vanguardia.
La dulce Reina, que en los días de su ancianidad se desprendió calladamente de sus joyas para ayudar a la Cruzada; la gentil Princesa que en los tiempos floridos de su juventud animó a las huestes carlistas marchando al frente de ellas hacia el fragor de las batallas, ha cerrado los ojos en la tierra. Y al entrar triunfante en el cielo, la marcial escolta de los Requetés de su Tercio habrá rendido sus armas de caballeros ante la Dama, de leales súbditos, ante la Reina ya eternamente coronada.
Dolores Baleztena, EL PENSAMIENTO NAVARRO, núm. 13.384, 16 de febrero de 1941.
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