Jueves 22 de febrero
«La Noria»/ «La Luz»
El jueves no tiene un amanecer tan normal de cabalgata, ya que la tormenta del día anterior nos hizo una buena remojada. La previsión de posibles lluvias había hecho colocar una lona al costado de nuestro camión/cocina, sumándole al Mercedes Benz el atributo de alojamiento.
Cerca de las 4:30, nuestro campamento tiene perfecta iluminación, pero no porque el sol decidió salir antes o porque se hayan instalado muchos postes de luz. Los rayos se mantenían tan constantes que la claridad era total, facilitando el revuelo de recados y cabalgantes que buscaban un refugio más seguro que la lona del camión o la sombra de un árbol. Momento tragicómico es el despertarse sabiendo que solo queda mojarse. La llegada del amanecer encuentra a algunos que, por la tormenta (que ya se fue a esta altura), se han desvelado y esperan junto al fuego. Otros, más racionales, entienden que la tormenta les quitó horas de sueño valiosas y las recuperan durante el transcurso de la mañana.
El día, que ahora está nublado y agradable, solo tiene en agenda la charla del Tío Juan a la mañana, seguido por la Santa Misa al mediodía.
La arenga del Tío Juan emociona cuando se repasan aquellos héroes tan cercanos a nosotros, dispuestos a todo por el bien común.
Luego de la Santa Misa, un excelente asado y una pequeña siesta nos permiten ensillar bien animados.
El destino hoy es «La Luz», y el tramo se desarrolla con un excelente espíritu. El día duro de ayer y la noche con la tormenta han eliminado ya cualquier resquicio de distancia entre los cabalgantes, haciendo que se cierren filas y que amistades nuevas se formen. El clima también nos da un respiro, está fresco y agradable.
La llegada a «La Luz» se produce en un tranco bien marcado detrás de nuestras banderas junto con cantos muy animados.
Somos recibidos en «La Luz» con una buena comida mientras las guitarras suenan sin parar.
Patricio Laxague
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