El posibilismo en el franquismo
Una gran prueba de lealtad fue el régimen conservador del General Franco. También aquí hubo posibilistas, pues el ministerio de justicia fue ocupado durante gran parte de la dictadura por carlistas. Si bien la unificación ante una fuerza revolucionaria y secularizante como Falange obtuvo sus reacciones, el franquismo, con su fuerza institucional, por el ambiente de la época y como vencedor de la Cruzada, favoreció el clima para un nuevo posibilismo. Aquí Franco, nuevamente al servicio de la dinastía usurpadora como demostró legando la Corona en Juan Carlos, trató de desintegrar el Carlismo con el invento carloctavista del ministro falangista José Luis Arrese.
De la muerte de Franco al final del siglo XX
Con la revolución que supuso el Vaticano II, buena parte de los carlistas lo aceptaron, sea en su versión progresista, comenzando por Carlos Hugo y el Partido Carlista o en su versión conservadora. De estos últimos, algunos, por ésto y fomentado por las circunstancias, ingresaron en fuerzas conservadoras o demócratacristianas. Un curioso intento de nuevo tradicionalismo en la figura de los usurpadores fue la Unión Nacional Española, de la que formaron parte José María Valiente o Zamanillo, entre otros carlistas y el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy.
La firmeza de Don Sixto en Montejurra de 1976 y su presencia en las consagraciones de Écône, el Montejurra 76 de la Iglesia, fueron motivo suficiente para que los sixtinos fueran cada vez peor vistos en el engendro que se estaba convirtiendo lo que ya luego sería la falsa Comunión Tradicionalista Carlista (F-CTC).
En nuestros días
Debilitado sobre todo por la gran secularización en España que provocó, primero el Vaticano II y, segundo, las instituciones del régimen del Estado, el Carlismo sobrevivió fiel a Dios y al Rey en un pequeño y selecto número de leales.
Antes de la aparición de Internet, las relaciones humanas fomentaban la lealtad y las adhesiones eran más sinceras y duraderas. Sin embargo, la monopolización del mundo virtual transhumanista ha interferido notablemente en la forma de concebir la política.
El pensamiento particular o individualista es una gran tentación de hoy. En un ensimismamiento fomentado por estas nuevas formas de vida. Hay sujetos que, termina siendo referentes políticos en el mundo virtual, favoreciendo con ello supuestos maestros con sus respectivos acólitos. Esto se produce en todos los marcos ideológicos, puesto que ya no existe disciplina de partido más allá de los partidos institucionales donde, en cambio, se ha vuelto ésta cada vez más férrea. También afecta en el campo del tradicionalismo carlista, puesto que los individuos que se acercan vienen, muchas veces, influenciados por estas tendencias que consisten en un pensamiento particular e individualista, desvinculado de cualquier tipo de acción que atañe a una empresa colectiva.
Hemos de advertir también que la política en los últimos años ha cambiado mucho. Quizás la abdicación de Juan Carlos marque ese cambio porque, aunque los usurpadores parezcan simplemente unos títeres, como hemos visto en esta cronología, la piedra angular del régimen es la monarquía usurpadora. Precisamente por ello la mayor parte de las tentaciones posibilistas han conllevado la aceptación de la usurpación monárquica, directa o indirectamente.
De hecho, tras la abdicación de Juan Carlos se produjo la aparente ruptura de los dos bloques hegemónicos y la aparición de los nuevos partidos. Con ello y la absorción total del mundo virtual, amén de la reforma electoral del 2011, la política aparentaba abrirse cuando no hacía más que cerrarse. Permitió el Sistema por ello otros partidos, a la izquierda y a la derecha del Partido Popular y del PSOE, para poder hacer de coche escoba del sistema que engaña a los disidentes.
Es claro que la tentación posibilista en nuestros días es la de Vox, que en estos momentos está en fase de estructuración interna, debido a sus malos resultados electorales recientes. Así, Vox no ignora el potencial intelectual del tradicionalismo político, la interesante visión del Carlismo en la articulación de España o su visión económica. Tampoco desconoce el crecimiento de los grupos más o menos afines a la tradición católica, debido en gran parte al estancamiento neoconservador del que proceden y al que han estado parasitando las últimas décadas.
Causa del posibilismo en los carlistas y soluciones
Viendo el contexto actual de la política española, podríamos considerar por qué el tradicionalista puede ser tentado hoy. La causa principal parece ser la ignorancia. La ignorancia no solo ya, como hemos repetido, con respecto a la historia de España, ignorancia respecto a los numerosísimos fracasos posibilistas. La ignorancia, más bien y sobre todo, del estado actual de España. Provoca esto una sobreestimación de las posibilidades reales del pueblo español, lo que le hace considerar que los carlistas estaríamos desaprovechando una ocasión de oro. Subestima así la fuerza del Sistema y le hace vivir, a estos amantes del pragmatismo y la realpolitik, en la más cándida utopía.
La mejor medicina para abstenerse de la tentación posibilista es el cultivo de la religión. La visión sobrenatural provoca la elevación del sujeto y logra con ello contemplar la situación presente desde una perspectiva más realista, producida por el sosiego y el desapego del mundo.
Esto no es una suerte de quietismo o beatería. La política no es enemiga de la religión, al contrario, la complementa. Pero la política no debe sustituir a la religión, no debemos, en ese sentido, caer en la ideologización.
Para fomentar esa Fe y poder ser más firmes y sólidos en la defensa de los rectos principios del orden social cristiano que hoy en las Españas encarna el Carlismo, debemos conocer bien la crisis de la Iglesia para saber de la dramática situación de la que partimos. Hemos de admitir que mucho se ha destruido y está todo por reconstruir.
Falsas y verdaderas reacciones
Ante los hechos recientes, el curado de posibilismo no se adherirá a una causa que parezca noble sin examinar, primero, si está limpia. Segundo, sin comprobar las posibilidades, no ya de éxito, sino de que suponga un aprovechamiento para la Causa.
Así, el carlista audaz logró ver con desdén las concentraciones en Ferraz, al comprobar que estaba todo teledirigido por Vox. En cambio, seguirá con interés pero sin entusiasmarse en exceso, la reacción del sector primario, que está demostrando, una vez más, que ha sido, es y seguramente será el más sano de los tres.
Podremos ver en el futuro causas mejores o peores, controladas o no, pero debemos tener los pies en la tierra. La política no es una afición o un pasatiempo, sino un deber del católico. No se ha de estar siempre en todo lugar y en todas las iniciativas, pues los recursos son modestísimos. Hacer lo que podamos, encomendándonos a Dios y sabiendo que estamos aquí para ganarnos el Cielo.
No desvincularnos de nuestros compatriotas
No podemos ignorar tampoco que la política no está sentenciada ni sigue tampoco un guión determinista. Puede haber situaciones en las que sea necesario intervenir, puede darse, por qué no, incluso un crecimiento destacado en las filas de la Tradición. Puede pasar de todo, desde una intervención Divina o una acción Divina que provoque la conversión de un buen número de españoles. No debemos rendirnos y debemos también aprovechar, en estos tiempos convulsos, las sanas reacciones de las personas que, cada vez más, ven que el régimen y el mundo están podridos. Pero debemos hacerlo conscientes de la realidad social y religiosa de la que partimos.
Jaime Alonso, Círculo Tradicionalista Juan José Marcó del Pont
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