San Longinos, glorioso soldado de Cristo

fue un centurión que con otros soldados, por orden de Pilatos, hizo guardia ante la Cruz del Señor

En el aniversario del martirio de San Longinos. Fuente: La Leyenda dorada. Tomo I. Santiago de la Vorágine. Alianza Editorial. 1ª edición. 1982.

***

Longinos fue un centurión que con otros soldados, por orden de Pilatos, hizo guardia ante la Cruz del Señor, y quien personalmente atravesó con su lanza el costado de Cristo; pero luego, al presenciar el obscurecimiento del sol, el terremoto y otros fenómenos extraños, se convirtió. Dicen algunos que, ya fuese por vejez o por enfermedad, tenía la vista muy debilitada, y que, al traspasar con su arma el pecho de Jesús, algunas gotas de la sangre que brotó del corazón divino saltaron hasta sus ojos, y que al sentir la salpicadura comenzó a ver con perfecta claridad. Según estos autores, a este milagro experimentado en sí mismo se debió principalmente su conversión, a raíz de la cual renunció a la milicia, recibió de los apóstoles la instrucción necesaria, se retiró a Cesárea de Capadocia, y allí permaneció veintiocho años haciendo vida monástica y convirtiendo a muchos a la fe de Cristo con su predicación y buenos ejemplos.

De este santo se cuenta lo siguiente:

El gobernador de la citada provincia lo detuvo y trató de obligarle a que ofreciese sacrificios en honor de los ídolos. Como no lo consiguiera, mandó que le arrancasen todos los dientes y que le cortaran la lengua. A pesar de que estas ordenes fueron ejecutadas, Longinos no perdió la facultad de hablar y siguió combatiendo la idolatría. En cierta ocasión tomó un hacha y con ella destrozó las imágenes de las falsas divinidades. «Ahora veremos», decía mientras quebraba aquellas efigies, «si estas estatuas representan a dioses verdaderos». Los demonios que se albergaban en ellas, al quedarse sin morada, se alojaron en el cuerpo del gobernador y en el de sus secuaces, quienes con el juicio trastornado y ladrando acudieron a Longinos y se prosternaron ante él. Longinos entonces preguntó a los demonios:

  • ¿Por qué moráis dentro de los ídolos?

Los demonios respondieron:

  • Porque solemos refugiarnos en sitios donde nunca se pronuncie el nombre de Cristo ni se haga la señal de los cristianos.

Longinos, dirigiéndose al gobernador, que desde que el diablo entró en su cuerpo habíase vuelto loco y quedado ciego, le dijo:

  • Tú sanarás, pero después de que me hayas dado muerte; porque me matarás; mas en cuanto me hayas matado rogaré por ti y obtendré del Señor tu salud corporal y la de tu alma.

Al oír esto, el gobernador dio orden de que inmediatamente degollaran a Longinos y, en cuanto este mandato fue ejecutado, postróse ante el cuerpo del mártir, lloró copiosamente, hizo penitencia, recobró la vista, sanó enteramente, se convirtió y se dedicó a hacer buenas obras hasta el final de su vida.

Deje el primer comentario

Dejar una respuesta