
Desde que se dio el primer caso del Covid-19 en Guatemala se han venido dando una serie de eventos desafortunados. El gobierno, en su forma de Estado democrático, no ha sabido asumir el rol que propone de ser padre tutelar y protector de todos los «ciudadanos». Se ha visto diezmado y sin un plan integral para sobrellevar la crisis sanitaria.
Los «ciudadanos» con miedo y preocupación exigen al gobierno mayor protección y acción, los insumos en los hospitales no se dan abasto, el improvisado hospital dedicado al manejo y recuperación de pacientes con el virus fue un fracaso total. Mientras, la sociedad civil pide la cabeza de los funcionarios y otros aprovechan los tiempos de crisis para activar las agendas globales, que se han quedado retrasadas debido al virus.
Este mal no es endémico de Guatemala, crisis como la que se está viviendo en este lugar compiten y sobrepasan la situación de este Estado. Los últimos tiempos han sido confusos e inciertos para el común de los habitantes. Sin embargo, los maestros de la orquesta están muy bien afinados, moviendo los hilos sin ser percibidos: guardando, como siempre, el perfil bajo, atontando a las masas con sus valses y sus sones.
Es impresionante ver cómo los centros comerciales se llenan de gente a más no poder, los bancos y tiendas de conveniencia siguen con sus interminables filas de consumidores. Mientras, la mayoría de las Iglesias se resisten a retomar los sacramentos, bajo un cómplice clericalismo que se somete al Estado y deja de un lado la salud de las almas. Increíblemente, la U. E. recomienda no celebrar oficios para la Nochebuena y Navidad en los templos católicos. Medida que es muy posible se calque en Hispanoamérica.
¿Será ésta una de las tonadas más especiales preparada por el Maestro de la Orquesta?
Rafael García, Circulo Tradicionalista del Reino de Guatemala