Santidad barroca: crónica de una visita cultural

Las fechas no pudieron ser más pertinentes, puesto que nuestro último encuentro había versado precisamente sobre las claves para comprender este período histórico

En una recién estrenada vertiente de actividades socioculturales, el pasado sábado 11 de mayo, una veintena de correligionarios y simpatizantes del Círculo Alberto Ruiz de Galarreta, en su mayoría jóvenes, nos reunimos en el Museo de Bellas Artes San Pío V de Valencia. Con motivo de la reciente inauguración de la exposición temporal Fieramente humanos. Retratos de santidad barroca, el Círculo tuvo a bien agenciar con el Museo una visita guiada a través de estas obras pictóricas del Barroco hispánico. La exposición, que consta de 35 obras de autores mediterráneos como José de Ribera, Diego Velázquez o Bartolomé Esteban Murillo, se ha llevado a cabo con la colaboración del Museo Carmen Thyssen de Málaga y se podrá visitar gratuitamente hasta el día 9 de junio. Las fechas no pudieron ser más pertinentes, puesto que nuestro último encuentro había versado precisamente sobre las claves para comprender este período histórico y consiguiente fenómeno cultural en una luminosa y trabajada ponencia a cargo de uno de nuestros correligionarios.

Así pues, minutos antes de las once de la mañana, nos saludamos puntualmente en las escaleras de la entrada y pudimos departir amistosamente unos momentos antes del inicio, experimentando un doble placer: el de celebrar el encuentro con antiguos y fieles amigos, y por otro lado, el de recibir a las nuevas incorporaciones siempre con la aspiración firme de hacer efectiva la cálida bienvenida propia del espíritu carlista.

Tras estos minutos de cortesía, a las once comenzó la visita dirigida por uno de los guías del Museo, que dio lugar a una retahíla de animadas intervenciones por el interés despertado y concluyó sin incidencias, dándonos pie a permanecer al abrigo del Museo hasta el comienzo de la tarde en distendida tertulia. La explicación, además de incluir detalles sobre las técnicas empleadas, hizo énfasis en el contexto histórico y cultural en el que florecieron las obras: una Hispanidad reciamente católica, fiel al Vicario de Cristo, rebosante de tesoros espirituales que se encarnaron en los numerosísimos santos canonizados de la época, tales como santa Teresa de Ávila o san Francisco de Borja. Estos varones y mujeres, columnas de virtudes que inspiraron para sí los afectos puros y ordenados, y precisamente por ello trascendentes, fueron capaces de trasudar en sus biografías, escritos y testimonios vitales un éter que algunos maestros supieron entretejer en sus lienzos. Es el mismo éter que inhalamos nosotros al respirar las obras, que infunden en el espectador —de hoy igual que en el de entonces— anhelos de imitación y perseverancia, sustancia ingrávida en constante tensión hacia altas cotas, que condensó en las almas de los autores e iría, sin ellos saberlo, a caer en forma de gotas de pintura que aplacarían las arideces de los hombres de varios siglos.

María I., Círculo Cultural Alberto Ruiz de Galarreta.

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