Con fecha 1 de Abril, Teijeiro entra en más detalles respecto a lo acaecido en la jornada del 27 y apunta en su Diario lo siguiente (los subrayados continúan siendo suyos): «Todo el mundo habla ya con el mayor descaro: todos suponen por hecha la revolución. El mismo Lidon, D. Jose [= Ayuda de Cámara de los Reyes], vino a hablarme en este sentido y a criticar la Ley de ayer que hasta los Asturianos de las esquinas repugnan y hasta los Liberales, aunque se alegran, reconocen injusta, impolítica, etc. Pero Calomarde decía, según B. [= realista no identificado], que “ha sentado muy bien; y que era mucha la gente que fuera a oírla”. Sí, pero casi todos realistas, a observar, y hablando mal a voces. Según el mismo, Puig fue quien dirigió a Calomarde en esto. La Cofradía, la Cofradía [= la Masonería].
Modet me dijo que Cabanilles y Catalán no se opusieron; que aquel se espontaneó a señalar y firmar la Sorzanería sin tocarle. Pero según Otal es falso: el mismo Catalán contó a N. Él fue el primero que habló; pero no le dejaron; y sentía ahora no haber reservado su voto, pues no hicieron más que hablar, sin protestar votar en contra algunos de ellos. ¡Que majaderos! Parece que Carlos IV fue quien se hizo proponer esta ley en las Cortes de 89, reunidas para su coronación; pero él mismo les contestó luego “que lo haría examinar, se consultaría, atendería a su petición y el Consejo daría la ley”. Mas todo esto se ha omitido.
Pequeño bien dispuesto. N. aconsejó a O que G de T y S. Ps traten: así lo harán.
El Embajador francés ha pasado una nota enérgica contra la ley: el Secretario estuvo a decírselo a O. y le ofreció enseñarla el sábado. Parece que el de Nápoles, acaso por cubrir, ha pasado otra».
El penúltimo párrafo copiado lo interpreta Berazaluce de esta manera: «Don Carlos bien dispuesto. N. aconsejó al Obispo de León que García de la Torre y Saint Priest traten». José García de la Torre era Consejero de Estado; realista, aunque «pastelero».
Así pues, en principio parece ser que hubo sólo cinco Consejeros que se opusieron a la publicación de la sedicente Pragmática de Carlos IV: Tadeo Ignacio Gil; Miguel Ramón Modet; Miguel de Otal y Villela; Dionisio Catalán; y José Cavanilles y Más. A este respecto, las noticias de Regato, por un lado, son confirmadas por Teijeiro, especificando además sus nombres; y, por otro, vienen a ser algo matizadas por las aserciones de Modet y Otal transcritas en su Diario el día 1 de Abril.
Quizá sería oportuno terminar dando unas pequeñas pinceladas acerca de la trayectoria pública ulterior de estos cinco Consejeros. Sin duda ninguno de ellos se hubiera extrañado si se les hubiera identificado en cuanto a su forma de pensar como realistas, pero eso naturalmente no implica una garantía de coherencia en su vida práctica. De hecho, si atendemos a los apuntes que hacía Arias Teijeiro en sus Diarios, la opinión que les merecía divergía bastante entre unos y otros. Mientras que a Gil y Modet les considera siempre como unos acendrados realistas, de los otros tres escribe, en cambio, en el mejor de los casos, con un tono aséptico, destacándose sobre todo sus críticas hacia el Consejero Otal («¡Que realistas! –escribe, por ejemplo, el 21 de Agosto de 1829, refiriéndose a Otal y otros– egoístas infames y sin honor, ni conciencia. No otra cosa, al fin, fueron sus maestros, Campomanes, etc.»).
Al margen del valor que se les quiera otorgar a los juicios vertidos por Teijeiro, es conveniente recordar también que se limitan a los años de 1828-1831, y por tanto no pueden prejuzgar la actitud (de mayor o menor congruencia) que pueda adoptar un realista en sus años posteriores. Decimos esto porque el jaimista aragonés Reynaldo Brea (El Barón de Artagán) se dignó reservar a su paisano, el antedicho Consejero Real Otal, un hueco en su Políticos del carlismo (1913), obra destinada precisamente a rememorar la vida de destacadas figuras que permanecieron leales a la Causa legitimista hasta el final de sus días. «Con el cargo de Consejero de Estado –concluye Brea su semblanza– permaneció D. Miguel de Otal al lado de su soberano [Carlos V], hasta que después del Convenio de Vergara le acompañó a Francia». El diario La Esperanza, por su parte, en el número de 9 de Octubre de 1852, anunció su fallecimiento en Zaragoza, «la ciudad heroica –agregaba– que en estos últimos años había estado edificando con su vida ejemplar». Cabe indicar, asimismo, que un hijo suyo, Julián de Otal († 1879), tendrá un paso –si bien fugaz– por las filas de la lealtad carlista durante el Sexenio Democrático.
El navarro Miguel Modet fue igualmente leal al Rey legítimo de España D. Carlos, tras el fallecimiento de Fernando VII. Ocupó diversas magistraturas en la zona peninsular liberada por los Reales Ejércitos. Así, fue encargado, de forma interina, de la Secretaría del Despacho de Gracia y Justicia en Febrero de 1836, siendo sustituido dos meses después por justamente Arias Teijeiro. Modet pasó seguidamente a ser miembro del Consejo General de Negocios del Reino, ostentando la dignidad de Consejero honorario de Estado. En Julio fue nombrado también Comisario Regio de Navarra, cargo del que dimitió en Mayo de 1837. Hacia principios de Noviembre de ese año se retiró a la localidad francesa de Sauveterre por problemas de salud. Por entonces era Vicepresidente del antedicho Consejo General. Allí fallecería dos meses después, en Enero de 1838.
Félix M.ª Martín Antoniano
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