El Partido afrancesado-moderado (I)

«Hubo un conjunto de hombres que, sin motivos ocultos al parecer, fueron los agentes inmediatos del hundimiento del Antiguo Régimen y del triunfo del sistema liberal»

Javier de Burgos (1778 - 1848). Fue el Director de "Miscelánea de Comercio, Política y Literatura", y de "El Imparcial".

El Sacerdote e historiador Federico Suárez Verdeguer, en su libro ya clásico La crisis política del Antiguo Régimen en España (1800-1840), reagrupaba en 1950 los primeros materiales básicos de lo que, con el tiempo, se convertirá en un grandioso esfuerzo investigador de toda una vida por tratar de aclarar y dilucidar los hechos acaecidos durante el decisivo período correspondiente al reinado de iure de Fernando VII (1808-1833), revisando y rectificando al efecto la versión –que había venido dominando prácticamente desde la muerte de dicho Monarca– consagrada por una cuasi monopolizadora historiografía liberal, y que aún hoy día continúa imperante como pretensa «clave» interpretadora (con visos de «mito fundacional») de aquellos años capitales que están en el origen del revolucionarismo contemporáneo que nos continúa subyugando.

El todavía por entonces javierista P. Suárez Verdeguer incluía en su libro un capítulo titulado «Los moderados», en que llamaba la atención sobre la existencia de un grupo o partido cuyos miembros habían de ejercer un papel principal –en permanente disputa con sus eternos antagonistas, los leales católico-realistas– en distintos puestos oficiales de la Monarquía durante los años de la segunda Restauración fernandina, pero que sobre el cual no se había prestado la debida consideración, ni se había impulsado el estudio que merecía el destacado rol que jugaron como ariete preparador en el acceso de la Revolución al Poder tras la muerte de Fernando VII (o, mejor habría que decir, tras su virtual inhabilitación en Octubre de 1832). Al final de ese capítulo, Suárez termina con este resumen: «Hubo un conjunto de hombres que, sin motivos ocultos al parecer, fueron los agentes inmediatos del hundimiento del Antiguo Régimen y del triunfo del sistema liberal: Grijalva, Salcedo, Zambrano, Cea Bermúdez, Burgos, Encima y Piedra, Salazar, Miraflores, Puñonrostro, Parcent, el General Cruz, Donoso Cortés, López Ballesteros, Ofalia, Martínez de la Rosa, Cafranga, Puig Samper, los hermanos Córdova y otros muchos, todos ellos ilustrados, sin orientaciones precisas de carácter político, pero con una apreciable cantidad de teorías, tendencias y convicciones ideológicamente afrancesadas y con un insano escepticismo en la base de sus creencias religiosas».

En la segunda edición del libro, de 1958, Suárez añadía una «Nota al Capítulo» en que afirmaba: «Todo cuanto se refiere a los moderados es, sin duda, lo más difícil de determinar de cuanto se refiere al reinado de Fernando VII. El periodo de 1824-1832 es sumamente intrincado y su historia apenas ha sido desbrozada». Esa dificultad se debía, entre otras cosas, «a la vaguedad de que adolecían los mismos moderados». No obstante –agregaba Suárez– «la documentación existente y no utilizada de estos años es copiosa y pródiga en sugerencias. […] una multitud de documentos giran en torno a una inequívoca tendencia de reformar el sistema de gobierno y algunas de las instituciones». Y concluía Suárez su comentario con un deseo y esperanza: «Es realmente tarea dificultosa poner un poco de orden en tanto parecer y dar algún sentido a la poco coherente (según hoy se aprecia) etapa que se ha dado en llamar, con más fortuna que acierto, “ominosa década”. Acaso antes de mucho lo intente, y entonces será ocasión de precisar más la composición y pensamiento del grupo moderado».

A ello se puso Federico Suárez, junto con un animoso y aplicado equipo de discípulos investigadores (José Luis Comellas, María del Carmen Pintos, Francisco Martí Gilabert, María Cristina Diz-Lois, Ana M.ª Berazaluce, etc.), cuyos frutos aparecieron fundamentalmente en la «Colección Histórica» –adscrita primero al «Seminario de Historia Moderna», y después a la Facultad de Filosofía y Letras que nació de él, dentro de la Universidad que tiene el Opus en Pamplona– a lo largo del tiempo en que la dirigió, desde que él mismo la inició ese mismo año de 1958 hasta su jubilación académica en 1987. Aunque ninguna de las obras surgidas de la Colección estuviese destinada expresamente a este tema, de toda esa inmensa producción historiográfica y documental se ha ido desprendiendo sin embargo un contorno cada vez más definido del susodicho partido afrancesado-moderado. En diferentes partes de la misma se puede evidenciar el fomento, por parte de este grupo, de una vía reformista liberal-autoritaria (o dictatorial), ejemplificada en el modelo político josebonapartista al que fueron siempre adictos, y que se distinguía tácticamente de la liberal-democrática propugnada por los constitucionalistas emigrados (ya fueran doceañistas moderados o veinteañistas exaltados): así, por un lado, aboga en el plano político por la llegada de un sistema de doble Cámara y Carta de «derechos» (paralelo al que se había implantado en Francia tras la «Restauración» de 1814); y, por otro, se centra mientras tanto en el apoyo a la creación de una «Nueva Administración» racionalizada (equivalente a la establecida por el aparato napoleónico en Francia, con un novedoso Ministerio del Interior como eje vertebrador), poniendo especial énfasis en el ramo económico-hacendístico. Su pensamiento se puede ver delineado, sobre todo, en las publicaciones que promovieron sus principales figuras intelectuales (Javier de Burgos, Alberto Lista, Sebastián Miñano, José Gómez Hermosilla, etc.), tanto durante el Trienio Constitucional: Miscelánea de Comercio, Política y Literatura (Junio 1820 – Septiembre 1821), El Imparcial (Septiembre 1821 – Junio 1822), El Censor (Agosto 1820 – Julio 1822), y, en una línea ilustrada avanzada, El Universal (Julio 1820 – Abril 1823); como hacia el final de la última década fernandina: Gaceta de Bayona (Octubre 1828 – Agosto 1830), y Estafeta de San Sebastián (Noviembre 1830 – Julio 1831), principales impresos con los que trataban de contrarrestar, en esta última época, a los artículos críticos que los ortodoxos católico-realistas españoles promovían en publicaciones francesas afines –como L´ami de la Religion o La Quotidienne– en oposición al sector afrancesado-moderado que pugnaba, como dijimos, con ellos en el seno de las distintas magistraturas gubernativas y administrativas de la Monarquía española.

(Continuará)

Félix M.ª Martín Antoniano            

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