
Publicamos la segunda parte del manifiesto en defensa de la región leonesa, mientras algunos miembros del partido que fundamenta el Régimen del 78 (PSOE) se manifiestan en su clave habitual de dialéctica de partidos. Para la portavoz de la Ejecutiva Federal del PSOE, el apoyo de los socialistas a esa iniciativa fue únicamente un «toque de atención» tras años de gobierno del PP, desenfocando así la cuestión. Por ello, recomendamos que continúen la lectura del manifiesto elaborado por el Círculo Tradicionalista Enrique Gil y Robles de Salamanca.
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6.- En las circunstancias actuales, apoyamos la iniciativa para la llamada autonomía de León, habida cuenta de que no corresponde geográficamente de manera perfecta con el viejo reino y región leonesa. Pero sobre todo, advirtiendo que ni las comunidades autónomas ni el Régimen del 78 responden a las demandas del verdadero regionalismo, que se apoya en los principios de autarquía y subsidiariedad ya mencionados. Las actuales comunidades autónomas cumplen poco más que una función administrativa del Estado central, multiplican entes y burocracia sin necesidad, además de gastos que se traducen en ineficacia y negociados partitocráticos. El verdadero regionalismo, por el contrario, es una solución actual para este problema, pues implica un cierto autogobierno y autogestión que descarga el aparato estatal en vez de multiplicarlo. Y más aún, es un elemento esencial de verdadera democracia y representación orgánica de la sociedad, a través del reconocimiento también del municipio como expresión de la verdaderas y tradicionales libertades españolas a las que se refirió Menéndez Pelayo en su famoso brindis del Retiro.
7.- Apoyamos la autonomía de León, pero no se nos escapan las intrigas políticas de algunos de sus impulsores, prestos a hacerse con un negociado político que explotar en su beneficio. A quienes no ven oportuno por ello nuestro posicionamiento, hay que advertirles de que lo mismo puede decirse de quienes vergonzosamente se han opuesto a la reciente moción de la Diputación de León para no perder el suyo propio. Unos y otros, como es propio en la partitocracia actual, polemizan sobre un tema importante con la vista puesta en sus propios intereses y cálculos electorales. Bajo esta costra putrefacta del parlamentarismo liberal que ahoga la vida política, no podemos dejar de reconocer como legítimas algunas reivindicaciones sociales y económicas de una región que parece a veces más abandonada. Sin egoísmos y odios exacerbados, el reconocimiento de la región puede y debe ser, sin duda, un instrumento para la defensa de nuestros intereses legítimos, también económicos. La lucha contra la despoblación, un mal generalizado, el fortalecimiento de las instituciones propias y sus relaciones o la mejora de las comunicaciones, restaurando las conexiones ferroviarias a través del corredor oeste o tradicional Vía de la Plata, son reivindicaciones justas asociadas a la defensa de la autonomía.
8.- Apoyamos la autonomía de León, pero rechazamos toda deriva o tinte nacionalista del leonesismo. No queremos que la autonomía se convierta en un laboratorio de inventos folclóricos y mitológicos artificiales. Tampoco la tergiversación histórica del reino e instituciones leonesas para hacerlas encajar con las ideologías imperantes, como se ha hecho con las Cortes de León, pretendiendo hacerlas pasar por cuna del parlamentarismo. Rechazamos también cualquier tipo de recreación artificial e imposición de una llingua llionesa unificada y oficial. No negamos la existencia antigua de una lengua asturleonesa o un dialecto leonés, tal como lo estudió Menéndez Pidal, y del cual se fueron derivando numerosos dialectos distintos. Este antiguo dialecto está presente, por ejemplo, en la redacción del primer Fuero de Salamanca. Su pervivencia (aunque muy difuminada) en diversos dialectos es una riqueza cultural de la región que puso en valor, por ejemplo, el poeta carlista salmantino Gabriel y Galán, recogiendo el habla popular de la Extremadura leonesa. Pero ese habla, sin duda derivada del antiguo dialecto astur-leonés, no es igual que la de otros lugares de la región ni debe serlo. Unificar o recrear artificialmente una lengua leonesa como si fuera algo imprescindible para afirmar la unidad de la región es caer en el mismo error centralista de quienes creen que sólo se defiende la nación española haciendo tabula rasa de sus peculiaridades regionales, incluyendo las lingüísticas. Y pretender después imponer esa lengua como oficial, no sería sino una señal inequívoca de la ideología nacionalista, que acabaría por llevarnos a absurdos gastos y corruptelas de mafias autonómicas en nombre de la cultura leonesa.
9.- Con todas las advertencias y matices señalados, apoyamos la autonomía de León, en contra de los centralistas y enemigos de España camuflados de patriotas que proliferan actualmente. No podemos tener nada en común con el nacionalismo liberal español, representado por partidos como VOX, cuya crítica de las autonomías no es la nuestra, sino la del centralismo jacobino europeo y antiespañol. El odio sectario de este partido sionista a todo regionalismo es una prueba clara de que el hispanismo que predican junto a sus lobbys y asociaciones afines, no es más que pura hipocresía. Tanto el PP como su filial y partido muleta, rechazan la concepción orgánica de la sociedad y el núcleo esencial de la política tradicional española, que son las ya mencionadas libertades municipales y forales. No podía ser de otro modo, siendo partidos de progenie franquista y falangista. Y no es distinto el PSOE, que desde su cúpula se ha apresurado a deslegitimar a los miembros de su propio partido que apoyaron la moción a favor de la autonomía en la Diputación de León. Haciendo alarde de su centralismo tiránico, desde Ferraz han afirmado que “León no se va a ninguna parte”, dejando claro que el sistema parlamentario y de partidos es el principal enemigo del regionalismo, mientras hipócritamente tratan de indultar a corruptos secesionistas amparados por la UE.
10.- Por último, apoyamos la autonomía como un primer paso para el reconocimiento pleno de las libertades forales y municipales futuras, entendiendo que es un proyecto imperfecto. En las circunstancias presentes, sin embargo, no deja de ser un bien, puesto que perpetuar la situación de olvido o de borrado de la personalidad de nuestra región, haría más difícil la restauración plena en el futuro. El reconocimiento de la autonomía de León es un deber de justicia con la historia de nuestra región, pero también un pequeño paso hacia el reconocimiento de las libertades regionales del futuro, que sólo será posible con la restauración completa de las Españas tradicionales.
Círculo Enrique Gil y Robles de Salamanca. Correo: carlismo.salamanca@gmail.com; Twitter/X: @SalamancaTrad
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