En Hispanoamérica, todavía es posible encontrar historiadores valiosos con decidida vocación investigadora y notable honestidad intelectual. Tal es el caso del Gral. Eduardo Javier Paz Campero Amelunge, notable escritor y militar boliviano que falleció el pasado 11 de junio en EE. UU. Por motivos burocráticos, su familia pudo recién repatriar sus restos y darle cristiana sepultura este domingo en Santa Cruz de la Sierra, donde residía el notable intelectual.
Eduardo Paz Campero nació un 2 de diciembre de 1955 y se licenció como militar en La Paz y como abogado en Santa Cruz; obtuvo asimismo una maestría en los Estados Unidos. En el lapso de unos diez años y después de su jubilación militar, el Gral. Paz Campero publicó varios libros de investigación historiográfica que constituyen un testimonio vivo de rigurosidad archivística.
De hecho, tuvo la gentileza de obsequiarme un ejemplar de su obra El presidente José Miguel de Velasco (2020), que habla sobre la vida y obra de Velasco, uno de los primeros gobernantes de la frágil república boliviana recién fundada a inicios del siglo XIX tras una cruenta guerra fratricida. Nos interesa en particular un fragmento clave del libro que reconoce a la monarquía hispánica como una de corte federativo, a diferencia del carácter centralizador y absolutista que le suelen atribuir los negrolegendarios:
«Al organizarse la república con el Mariscal Sucre, se adoptó el modelo francés centralista y se suprimió la autonomía de los municipios, que fue el bastión democrático en la colonia y junto a las milicias fueron la base de la lucha por la independencia.
El General Velasco como presidente de Bolivia, proclamó la Constitución de 1839; esta Constitución logró establecer los Gobiernos Municipales, que habían sido abolidos en las Constituciones en Bolivia. Lo que hace de Velasco, el primer descentralizador de la historia de nuestro país».
Hijo de nuestro tiempo, el General Paz Campero simpatizaba con la emancipación boliviana, pero no tuvo reparos en reconocer los méritos de líderes en el bando realista. Baste señalar que escribió el prólogo a El león de Santa Cruz: brigadier Francisco Xavier de Aguilera, libro de otro gran historiador: Norberto Benjamín Torres.
Paz Campero elogia de Aguilera que este haya consolidado la gobernación de Santa Cruz mediante la incorporación de las gobernaciones militares de Mojos y Chiquitos como partidos de Santa Cruz, agregando posteriormente a Vallegrande. En dicho texto, el General afirmó que tanto realistas como revolucionarios estaban a favor de recuperar el rango de gobernación para Santa Cruz, que se le había sido quitado años antes.
Pero sobre todo, llama mucho la atención una obra de Paz Campero en particular, que es Bolivia: delimitación del territorio; ¿pérdidas territoriales, mito o realidad? (2021). En las páginas de esta extraordinaria investigación, el General propone una tesis desafiante: Bolivia no solo no perdió la mayoría de su territorio, sino que ganó bastante.
El nacionalismo boliviano suele reclamar por la pérdida de más de la mitad del territorio con el que se fundó la república. De acuerdo con Paz Campero, Bolivia en realidad solo perdió el Litoral, la Puna de Atacama y parte del Mato Grosso, pero ganó Pando, Tarija y el Alto Paraguay, mientras que estuvo a punto de perder La Paz y Chiquitos, aunque finalmente los recuperó. Además, el Acre y el Chaco eran territorios inexplorados sin dueño, y contrario a lo que se cree, nos señala el General que Bolivia no perdió aquellas comarcas frente a Brasil y Paraguay, porque nunca le pertenecieron.
El Gral. Eduardo Paz Campero poseía una enorme colección de mapas de Bolivia en su domicilio particular, así como también artículos de valor histórico, entre ellos, prendas de indumentaria militar. Él se negaba a confiar aquel tesoro (lo consideraba un museo privado) a instituciones públicas, porque le decepcionaba la mala administración que solían hacer de aquel material nuestros políticos corruptos.
Roguemos a Dios por el descanso eterno de este notable historiador y por que su colección personal quede en buenas manos.
Aarón Mariscal, Círculo Tradicionalista San Juan Bautista
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