Es hora de rescatar la figura de Su Ilustrísima Don Miguel de los Santos Taborga Pizarro, arzobispo chuquisaqueño nacido un día como ayer, 5 de julio de 1833. Este notable clérigo abogó por la ortodoxia católica en una época turbulenta en la que los positivistas robaron muchísimas almas a la religión verdadera para arrojarlas al fuego infernal.
Don Taborga destaca por su fervorosa labor periodística, historiográfica y política. Inclusive, llegó a ser corresponsal en Bolivia de la Real Academia Española (RAE). Fue, además, nieto de un notable personaje hispánico que resistió la revolución secesionista: el último presidente de la Real Audiencia de Charcas, Ramón García de León y Pizarro.
Adicionalmente, Miguel Taborga se había decidido por ingresar al Seminario San Cristóbal de Sucre para seguir su vocación, hasta ordenarse sacerdote un 11 de enero de 1857. Más adelante, participó del semanario El Cruzado, fundado en 1868 por el fraile argentino Mamerto Esquiú.
El Padre Taborga consolidó una digna reputación como para ser delegado boliviano al Concilio Vaticano I (1869-1870) como secretario del arzobispo de La Plata (hoy Sucre), Don Pedro Puch y Solona. Tras regresar a Bolivia, pasó un largo tiempo y el 8 de mayo de 1898 fue consagrado Arzobispo de La Plata (hoy Sucre)
En 1901, excomulgó a los redactores del periódico tarijeño El Ideal. El gobierno liberal del masón José Manuel Pando protegía demasiado a aquellos literatos escandalosos regalándoles cargos públicos de relevancia.
En 1905, Su Ilma. Publicó una serie de artículos, reunidos después en un volumen titulado El Positivismo, sus errores y falsas doctrinas. Dedicó dicho texto a los padres de familia y a los jóvenes, alertando contra los positivistas, a quienes arrojaba el epíteto de «secta materialista».
Don Miguel de los Santos Taborga se fue de este mundo el 12 de diciembre de aquel mismo año, a la edad de setentaidós. El diligente historiador católico tarijeño Luis Paz editó en 1908 una obra póstuma de Taborga, Estudios históricos. El escritor cochabambino Eufronio Viscarra acusó a Su Ilma. de justificar en ese libro las acciones de algunos realistas durante la «Guerra de la Independencia»; entre ellos, el arequipeño José Manuel de Goyeneche.
La polémica se debió a que Taborga señala en ese libro al caudillo revolucionario rioplatense Juan José Castelli como el responsable de haber violado el armisticio acordado con los realistas en junio de 1811, cuando la historiografía oficial suele acusar de dicha perfidia a los realistas.
Respecto a testimonios sobre la valía de Don Taborga, el ilustre escritor cruceño Enrique Finot lo elogia con estas palabras en su obra Historia de la literatura boliviana: «Historiador de vocación y escritor de mérito, a la vez que sacerdote eminente (…) merece lugar de honor entre los hombres ilustres de su tiempo». Por otro lado, el escritor chuquisaqueño Carlos Medinaceli sostiene acerca de Don Taborga: «Conocía, como buen latinista y lector de los clásicos españoles, todos los recursos del idioma para escribir en una elegante y castiza forma, como bíblica riqueza de imágenes y apóstrofes, como hemos dicho, semejantes a los del profeta hebraico».
Baste citar unas palabras del Arzobispo para dar cuenta de su celo apostólico:
«El positivismo no es un progreso ni el ateísmo y el materialismo son ideas nuevas, sino errores viejísimos presentados hoy bajo el mentiroso nombre de ‘ciencia’».
Roguemos a Dios por el descanso eterno de este dignatario eclesiástico que entregó toda su vida al servicio del Reinado Social de Cristo.
Lucas Salvatierra, Círculo Tradicionalista San Juan Bautista.
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