
El Roman Forum, dirigido por nuestro amigo el profesor John Rao, celebra todos los años en Gardone Riviera un campus veraniego, que reúne a algunos destacados oradores tradicionalistas de Estados Unidos y Europa. La edición de 2024 tiene lugar entre los días 9 y 20 de julio.
El profesor Miguel Ayuso, presidente del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II, participa habitualmente en una sesión conjunta con Danilo Castellano y Bernard Dumont. Este año no ha podido acudir el director de la revista francesa Catholica, pero sí lo han hecho los otros dos. Publicamos a continuación el esquema de la intervención de Miguel Ayuso el pasado día 11.
Un panorama del tradicionalismo hispánico
1. Es una gran satisfacción estar de nuevo en Gardone. El profesor John Rao me ha pedido esta vez que presente de manera breve la acción que desarrollo dentro del tradicionalismo no sólo español sino más ampliamente hispánico e incluso mundial. Lo haré en diez breves puntos.
2. Una primera observación es necesaria a propósito de la palabra tradicionalismo:
–En su origen venía reservada tan sólo a una escuela filosófica heterodoxa caracterizada por el fideísmo y el irracionalismo, explicable en parte por el olvido de la filosofía cristiana durante el siglo XVIII, que fue general con la excepción del mundo hispánico.
–Después la etiqueta ha servido para designar a otras filosofías heterodoxas de corte gnóstico y muy peligrosas desde el punto de vista católico.
–En todo caso, su significado no es unívoco:
En Francia, por ejemplo, designa tan sólo la oposición al modernismo religioso y la adhesión a la liturgia tridentina. Sin significación política y como sinónimo del integrismo, término por cierto de origen español. Puede observarse, por ejemplo, en el importante y reciente libro (tanto como discutible) de Yves Chiron.
En España sólo en el último tercio del siglo XIX adquirió sentido político, cuando algunos católicos liberales moderados, asustados por la Revolución de 1868, se pasaron al campo del Carlismo. Hasta entonces se había hablado de «realistas», primero, y carlistas, después, sin más. La Comunión Carlista o Católico-Monárquica-Legitimista pasó a llamarse por entonces en ocasiones Comunión Tradicionalista.
En el mundo anglosajón no se reduce al ámbito religioso, sino que también se refiere a veces al político. Aunque el uso extendido de «conservatismo» crea a veces dificultades. En Italia el importante peso de la línea gnóstica ha sido también fuente de equívocos y ha llevado a hablar de «tradicionalismo católico».
3. Tengo escrito muchas veces que la diferencia de la experiencia española con las demás hispánicas, pero también con las de otras culturas, procede de la existencia del Carlismo.
En la España peninsular el pueblo católico y monárquico resistió a la revolución liberal organizado en torno a la dinastía legítima, expulsada del poder por la usurpación. Pero a diferencia de lo que pasó con otras resistencias populares a la revolución, en España no fue efímera. Entre 1833 y 1876 hubo tres guerras. Pero después, sin abandonar la acción directa, tuvo una importante presencia parlamentaria. Y, en el Alzamiento del 18 de Julio de 1936, imposible sin la participación del Carlismo, así como en la guerra sucesiva, combatieron más de cien mil voluntarios carlistas.
Tras la misma, la dictadura personal de Franco marginó al tradicionalismo y dio prioridad sucesivamente a la Falange (esto es, al Fascismo), a la democracia cristiana conservadora y al liberalismo tecnocrático del Opus Dei. Pero el Carlismo siguió reuniendo a cientos de miles de personas en sus actos hasta los años del Concilio Vaticano II. Y, después, siguió siendo el punto de referencia para el catolicismo tradicional de todo el mundo. No sólo en Hispanoamérica, sino también en Francia, Italia o el mundo anglosajón, cualquier iniciativa nueva entablaba relación inmediata con la Comunión Tradicionalista. Donde se encontraban relevantes personalidades intelectuales: teólogos como Francisco Canals, filósofos como Rafael Gambra, historiadores como Elías de Tejada o juristas como Álvaro d’Ors. Es el caso de Francia, con la revista Itinéraires de Jean Madiran. Es el caso de Fritz Wilhelmsen o Brent Bozell en los Estados Unidos. Incluso en otros campos, cuando el arzobispo Lefebvre funda la Sociedad de San Pío X, el apoyo en España (y en Hispanoamérica) lo obtiene principalmente de los carlistas y sus amigos.
4. En Hispanoamérica, en cambio, la coincidencia del nacimiento de las nuevas Repúblicas junto con la revolución liberal, hizo imposible el tradicionalismo político. Hubo conservadurismo, esto es, liberalismo moderado, cuyo sector católico se convirtió en simple ultramontanismo. Nada más.
Sólo en el siglo XX, a causa de la recuperación del significado de la Hispanidad, empezó a haber tradicionalismo, aunque en ocasiones mezclado con autoritarismo e incluso fascismo. Los autores más conscientes, en cambio, se convirtieron en carlistas. Es el caso del profesor José Pedro Galvão de Sousa en el Brasil o del padre Osvaldo Lira en Chile.
5. El profesor carlista Elías de Tejada fundó en 1972 la Sociedad de Iusnaturalistas Hispánicos Felipe II, hoy convertida en el Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II, que cuenta con tres secciones: de estudios históricos, políticos y de derecho natural. Los nombres más destacados del tradicionalismo hispánico han formado parte: Enrique Gómez Hurtado y Luis Corsi Otálora (Colombia), Vicente Ugarte del Pino y Alberto Wagner de Reyna (Perú), Jorge Siles Salinas (Bolivia), Guido Soaje y Carlos Sacheri (Argentina), el presidente Juan María Bordaberry y monseñor Ignacio Barreiro (Uruguay), el padre Osvaldo Lira (Chile), José Pedro Galvão de Sousa (Brasil) o Frederick Wilhelmsen (USA) entre otros. Hoy lo siguen siendo Alejandro Ordóñez (Colombia), Fernán Altuve-Febres (Perú), Juan Fernando Segovia (Argentina), Juan Antonio Widow (Chile), Ricardo Dip (Brasil). Pero también otros del tradicionalismo en general como Michel Bastit (Francia), Danilo Castellano (Italia) o John Rao (Estados Unidos).
El Consejo Felipe II organiza las Jornadas Hispánicas de Derecho Natural y una serie de Conversaciones en El Escorial (España), Tlaxcala (Méjico), Paipa (Colombia), San Isidro (Perú), El Angelus (Argentina) y Providencia (Chile). Publica una revista de historia y filosofía jurídico-política (Anales) y otra de historia y política hispanoamericana (Fuego y Raya). Dirige proyectos de investigación internacionales con la colaboración de distintas universidades, sobre temas tan variados como, por ejemplo, el transhumanismo, la autodeterminación, la laicidad, el Barroco o el neoconstitucionalismo… Siempre en una perspectiva clásica y contra la llamada nueva teoría del derecho natural o la reducción de éste a los «derechos humanos».
6. A finales de los años cincuenta del siglo XX, un monárquico integrista pero no carlista, Eugenio Vegas Latapie, introdujo en España la organización de origen francés llamada Cité Catholique, fundada por Jean Ousset. John Rao en una excelente conferencia pronunciada en Madrid el año pasado explicó muy el tema desde su experiencia en Oxford y los Estados Unidos. Naturalmente los carlistas participaron y tuvieron un papel muy relevante en la obra, que se ha concretado sobre todo en la revista Verbo, que sigue existiendo más de sesenta años después. Y que Danilo Castellano considera la más destacada del panorama internacional tradicionalista. En ella, aparte de los españoles e hispanoamericanos, han colaborado Jean Madiran, Louis Salleron, Gustave Thibon, Marcel de Corte, Thomas Molnar, Michele Federico Sciacca, así como el arzobispo Lefebvre. Y lo siguen haciendo Danilo Castellano, Bernard Dumont o John Rao.
La Ciudad Católica celebra además un congreso anual cuyas actas se publican en un libro. Los temas, monográficos, son históricos, filosóficos, políticos, o jurídicos.
7. Entre la Comunión Tradicionalista y su brazo cultural (el Consejo Felipe II), de un lado, y la Ciudad Católica y Verbo, de otro, siempre hubo una estrecha relación. Que en los últimos decenios se ha intensificado. Hasta el punto de colaborar juntas en la mayor parte de las iniciativas.
Una agencia de noticias (Faro), un diario digital (La Esperanza) se han sumado a las revistas mencionadas. Y a las tres colecciones de libros que publican en tres editoriales distintas: Prudentia iuris, De Regno y Res publica.
Hay Círculos carlistas en todo lo que fue la Monarquía hispánica: de Tejas a Tierra de Fuego, de Portugal a Filipinas, así como Nápoles. Además de los esparcidos por las provincias españolas.
Una incertidumbre en el horizonte es la de la sucesión. El actual titular, S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón, hijo de Don Javier, amigo íntimo de Pío XII, y sobrino por tanto de la Emperatriz Zita, tiene más de ochenta años y carece de sucesión directa. Los trabajos que ha emprendido, junto con sus colaboradores, en este sentido, están en manos de Dios, que no abandona a sus fieles.
8. Finalmente, el problema mayor en nuestros días no procede del mundo laico sino del interior de la Iglesia. Y tampoco tiene que ver tanto con el marxismo como con el liberalismo. Pero esto, naturalmente, no es exclusivo del mundo hispánico.
La Iglesia se opuso al liberalismo doctrinalmente, aunque cedió a él con frecuencia diplomática y políticamente durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Se habló de ralliement en la Francia de la Tercera República, pero hubo otros muchos, en otros lugares, antes y después. Con el Concilio la cesión alcanzó el ámbito de lo doctrinal, que no se ha originado por el pontificado de Francisco, aunque lo haya aumentado. De esta manera, la ambigüedad de los textos del Concilio ha sido explotada por el progresismo. Lo sabemos todos y no es preciso insistir. Aunque no es fácil acertar en la reacción justa ante la confusión que vivimos. Pues en el contexto actual prima la fragmentación y la confusión.
Por otro lado, han proliferado últimamente en el mundo católico organizaciones que desde el lado conservador impiden el crecimiento del tradicionalismo, aunque tienen a veces la pretensión de aparecer como tradicionalistas. Son en general liberales (aunque moderadas) y clericales. Frecuentemente americanistas. Incorporan elementos del llamado populismo y pueden tener contaminaciones fascistas. Han inventado un «marxismo cultural» al que culpan de la situación presente. Afirman que los llamados «nuevos derechos» no tienen nada que ver con los antiguos de las declaraciones de 1789 y 1948. Culpan a un neoconstitucionalismo de haber roto con constituciones que supuestamente recibían el derecho natural. Errores e ilusiones que impiden afrontar los problemas sociales, institucionales y doctrinales de nuestro mundo.
9. Así pues, una cierta red funciona para la defensa del mundo católico tradicional. Con pocos medios, pero con orientación decidida. Huye del eclecticismo y trata de abrir caminos antes que limitarse a impugnar las posiciones progresistas y conservadoras. Ese es nuestro combate. Muy distinto de la «batalla cultural» a la que tantas veces se hace referencia desde los medios conservadores y que no es ni verdadera batalla ni verdaderamente cultural. No es cultural sino normalmente sólo ideológica (en el sentido estricto, y malo, del término). Y tampoco es batalla porque no se combaten las premisas y los fundamentos de la posición que se dice combatir. Una batalla en la que se aceptan las bases y las reglas del enemigo, no es auténtica batalla.
10. Así pues, sólo el Carlismo representa la verdadera tradición española e hispánica.
Miguel Ayuso
Agencia FARO
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