Crónica de la conferencia «Cristianismo versus secularización» (y II)

El futuro está en la contrarrevolución, en quienes sostengan la comunidad verdadera ordenada hacia su fin

Imagen de Cristo Rey

En concordancia con los apuntes previos, se recordó que el hombre está sujeto a una ley anterior a él, cumplirla es garantía de perfeccionamiento, caso contrario, el resultado será el caos. Esa ley es la ley natural que da un orden a todo lo creado, y mientras la creación la siga, estará dándole gloria a Dios. ¿Se imaginan un árbol creciendo al revés? ¿Un platanero dando naranjas? ¿El sol fuera de su sitio?, definitivamente ese desorden tendría graves consecuencias; es cierto que esas criaturas no tienen libertad a diferencia del hombre, pero al tener la misma ley natural y no decidir libremente cumplirla también generamos un caos en nuestras vidas, familias y comunidades, el resultado será, y no requiere mucho esfuerzo evidenciarlo, que seremos infelices.

A continuación, nos preguntamos qué sucede cuando somos muchas personas en la sociedad. El hombre no nació para vivir aislado y solo, sino para vivir en comunidad, lo que requiere tener presente al bien común, y este es el conjunto de condiciones de la vida social que permiten a los individuos y grupos alcanzar su pleno desarrollo de manera integral y armoniosa, promoviendo el bienestar general y la justicia dentro de la comunidad, como enseña Santo Tomás. Es menester vivir de acuerdo con ello, pues no estamos solos, estamos para ayudarnos a llegar al fin que es Dios.

En ese sentido, en donde se tiene presente a ese bien común, es en la Cristiandad, porque en ella se puede producir la aplicación de los principios cristianos en la comunidad concreta. La religión da la ordenanza, mientras que la Cristiandad es la aplicación de la ordenanza.

La «ciudad de Dios» que está fundamentada en el fin, en Dios, se caracteriza por la justicia, paz y verdadera felicidad y tiene como destino la vida eterna; mientras que se contrapone la «ciudad del Hombre» que se fundamenta en el hedonismo, es decir, sobre arena movediza, sus características son la injusticia, el conflicto, búsqueda de placer y poder, cuyo destino es la separación eterna de Dios.

También se resaltó que, durante nuestra peregrinación en esta tierra, pertenecemos a dos ciudades: la ciudad terrestre y la ciudad celeste. La primera tiene por fin el bien común temporal, mientras que el fin de la otra es la vida eterna, son distintos, pero guardan relación en la primacía de lo eterno sobre lo temporal, de Dios sobre el hombre. Sin embargo, estos fines se ven desvirtuados, desnaturalizados por la secularización, la que separa Iglesia de Estado, se organiza por un mero convencionalismo de la democracia, en la que lo importante es lo que la mayoría diga, sin importar si es bueno o malo, relativizando así la moral. De esa manera cada individuo buscará llegar a un pacto, puesto que se considera soberano, y destrona a Dios negando la realeza de Cristo, para dar a paso al hombre-rey.

Acercándonos al final de tan memorable conferencia se hizo un breve, pero conciso recorrido histórico desde el nominalismo de Ockham hasta las corrientes ideológicas de nuestros días, advirtiendo que, si bien van surgiendo diversas ideologías, estas siempre repiten los mismos errores de las corrientes previas.

Finalmente, a modo de cierre, el Lic. Méndez nos animó con profundas palabras para no olvidar, como las siguientes:

«La medicina: Instaurare omnia in Christo».

«Nuestra libertad está en oposición a la verdad del mundo. Siempre en el pecado hay un deleite, engañoso, pero no serán felices trascendentalmente».

«Buscar la ciudad de Dios es nuestra obligación».

«Que Dios nos conceda las lágrimas para llorar nuestros pecados, pero también la fe, para volver a dar la cara y hacer lo que nos toca».

«En esta época será con el Corazón de María o no será, debemos tener presente esa bandera, la verdad divina y debemos bordar el corazón de Nuestra Señora, porque necesitamos esa confianza en ese Corazón que nunca ha sido vencido, nos ayudará a vencernos a nosotros, buscar la santidad en nuestras vidas, familia, y sociedad».

«Un árbol que no crece, un hombre sin sentido, una sociedad sin futuro».

«El futuro está en la contrarrevolución, en quienes sostengan la comunidad verdadera ordenada hacia su fin».

Mariana de los Ángeles Quispe Verástegui, Círculo de Lectura «Tradición».

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