
Tras año y medio de gobierno provisorio de Dina Boluarte, se puede constatar que nos encontramos en el culmen de las muy identificables contradicciones internas de nuestra historia reciente.
El periodo transcurrido puede servir como evidencia de la crisis del sistema impuesto desde la caída de Alberto Fujimori en los noventa. Sistema consistente en imposibilitar cualquier intento de erosión o modificar la totalidad de las leyes puestas en su administración, e irónicamente, abrogarlas en diversos casos (como la purga interna en la Fiscalía)
También nos sirve como constatación del fracaso parcial del experimento de una mitología antifujimorista, impuesta tanto por la izquierda caviar y los reductos de la izquierda más radical, como por el liberalismo más neto: dígase, concorde al mundo actual. A pesar que el mismo fujimorismo no se moleste en contar su versión del todo.
La mayoría de los bloques de oposición, sean compuestos por elementos espurios o por aquellos con algún grado de lucidez, muestran una posición muy laxa frente al gobierno de Dina.
Comenzando con el fujimorismo, su líder histórico, Alberto Fujimori, liberado tras una pena injusta, pretende retornar a las urnas. Desea llevar hasta las últimas consecuencias el culto a su personalidad, con especial hincapié en el modo en que desplazó a su hija Keiko, la cual, de ser la cabeza notoria del partido, pasa a ser una involucrada en segunda línea, beneficiándose de buscar el consentimiento de elementos derechistas del actual régimen.
A pesar de esas posibilidades de triunfar, lo que parece encaminarse como un final sólido es una presidencia cadavérica, que a pesar de ser motivada por los resquicios populistas de su figura, logre poco o nada y —Dios no quiera— halle a la muerte en pleno cargo.
Decepcionante ejemplo puede ser el de Rafael López Aliaga, actual alcalde de Lima y posible candidato presidencial. Dejando el tema de su mala gestión de obras y sus propias luchas contra diferentes organismos que han obstruido notoriamente la administración en Lima desde décadas, su mayor punto débil es el intentar dotarse de una aureola populista siendo él una persona que tiene más dotes de administrador discreto que de líder frontal, lo que no es necesariamente malo.
A este intento fallido ayuda menos el hecho de su titubeante posición frente a Dina, con quien tuvo un método tan confuso. Algunos intentos de aplacarla bajo una oposición cívica a ataques directos para que responda por sus irregularidades al pueblo, justo encontrándose en un período de oposición directa para con ella.
Ese carácter titubeante es otro de los factores detrás de la deserción de miembros de su bancada, entre ellos el mediático almirante Jorge Montoya. Las deserciones dificultan más sus ambiciones de volverse presidente del país, lo que desde siempre ha sido su mayor objetivo. Eso y que su año y medio de gestión mediocre genera dudas entre los pretendidos resquicios populistas en nuestra derecha.
Otro contendiente que se ambiciona es Avanza País, buscando ser un movimiento político que aglomera diversos elementos opositores, buscando un lavado de cara tras la renuncia de Hernando de Soto de la agrupación. En principio albergando remanentes de la derecha que no planea ceder ante Dina ni tampoco cesar en sus esfuerzos frente a la aparente inoperancia de López Aliaga.
El grupo, a pesar de pretender congregar diferentes tendencias ante la evidente desunión, abre una ventana de sospecha al invitar a miembros exiguos del Partido Morado, una agrupación de corte progresista en nombre del anti-izquierdismo.
Finalmente, tenemos a otras dos cartas de la baraja: el expresidente Martín Vizcarra perfilándose en la contienda electoral busca reforzar un partido escoba que, a pesar de las investigaciones en su contra y aparentar volverse una voz de concordia entre diversas tempestades que sufre nuestro país, considerando que, si va tras las rejas su fuerza seguirá siendo un obstáculo o aliado de cualquier gobierno.
Tenemos también al empresario César Acuña, el cual ha demostrado financiar a cualquier bancada y reconocer a quien tenga delante a cambio de influencia, (si tomamos en consideración el reciente escándalo del congresista Esdras Medina) El ingeniero Acuña ha evidenciado su habilidad para sobrevivir a diferentes tormentas políticas desde la caída del presidente Pedro Pablo Kuczysnki y pese a haber descuidado su imagen pública, sus capitales por el momento no están siendo tocados.
Concluyendo esta presentación rápida de la situación política nacional, se puede constatar otro fenómeno: la burocratización de nuestras periferias mediante la división de poderes o de burocracias educativas. También pudiendo añadir el hecho de que las agrupaciones políticas que buscan implantar cierto patrón ideológico fracasan a corto o largo plazo.
Años atrás el jurista Juan Vallet de Goytisolo presenciaba el surgimiento de la sociedad de masas, mientras estas pasaban por una síntesis entre turba y comunidad organizada. Se convertían en lo que consideramos pueblos (solo una masa que recibe impulso de representantes externos) solo para volver a ser la simple turba. Veamos en retrospectiva las ingratas experiencias que hemos tenido. Cómo nuestro país experimenta a pasos lentos, y gracias a Dios, con muchos retrocesos, la erosión de sus comunidades tradicionales, hasta el último resquicio. Cómo el intento reciente del congreso de prohibir agrupaciones políticas regionales que a pesar de no representar una verdadera comunidad política, intentan opacamente dirigirse a aquellos intereses. Cómo ahora además de agentes internos intentando controlar grupos distintos para sus intereses, también tenemos injerencias externas, que evidencian una descomposición del orden político, incluso cuando el mismo las usa desesperadamente.
Todo lo dicho es una demostración de las nuevas aguas que estamos surcando, en mares desconocidos. Como dirían los antiguos marineros: Hic sunt dracones.
Maximiliano Jacobo de la Cruz, Círculo Blas de Ostolaza.
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