Que el diario de la democracia cristiana acuse de usurpador a Nicolás Maduro mueve a la más irónica carcajada. Precisamente ellos, que nunca han titubeado para reconocer sucesivamente a Alfonso, Juan Carlos y Felipe como «reyes de España», en contravía no de los resultados de una votación (que mañana bien podrían ser totalmente distintos), sino de las más antiguas y venerables leyes de la Monarquía española.
Carcajada, digo, porque me refiero a los que nos encontramos por fuera de su microcosmos acomodaticio. Pero me temo que a sus cofrades les habrá causado, a lo menos, gran estupor, al ver que su periódico de referencia ya no hace caso omiso (¡!) de legitimidades o, mejor, de legalidades, hoy reducidas a meros formalismos.
Pero qué se le va a hacer. Es lo que trae el derrotismo cristiano. Y es lo que me pasa a mí por andar husmeando en medios heterodoxos.
(Aunque ya entrados en gastos, y en sintonía con la nueva tónica, sugiero a su venerable mesa de redacción el siguiente titular: «Felipe se viste de rey cuando su única ocupación conocida es la de… monigote»).
Juan Manuel Sánchez
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