En el poemario de campaña de Antonio J. Gutiérrez Martín —Alférez poeta de nuestra macabea guerra de liberación— podemos encontrar un curioso poema dedicado a Jacques Maritain que dice así:
***
Tú sientes la añoranza de la gracia perdida
y el recuerdo de la línea segura,
ingrávida y sutil, siempre en su pura,
expresión sin espacio y sin medida.
Sientes el fluir roto de la acequia cegada,
y la clara y alegre geometría
de la ermita, el cortijo y la masía
con sus blancas paredes calcinadas.
Sientes la carne herida, y la sonrisa
ilógica de aquel que en la alambrada
ha dejado la vida abandonada
como prendida en alas de la brisa.
Metido en esa torre de cristal
de tu alma anquilosada y silenciosa
¿qué sabes del silbido del metal?
Y tus ojos ¿qué saben de la rosa?
Atento a silogismos y entimemas
has querido mirar como a teoremas
Muerte, Vida y Dolor, tan fríamente
que al juzgarnos así quedaste ausente
de aquella razón honda que gravita
dentro de nuestras almas sin consuelo.
Número, Línea, Lógica, tu mente
ha llorado el retablo de la ermita
sin sentir el latido de su duelo.
***
Éstas son palabras dirigidas a quien tanto daño ha hecho a nuestra Santa Iglesia y tanto despreció nuestra Cruzada, palabras que se complementan con el poema inicial, donde se invoca:
¡Mira, Señor, que tienes nuestras vidas
siempre dispuestas a encontrar la muerte
y ofrendadas en cruz,
para que España sane sus heridas
recobrando su luz!
***
No estaba Maritain interesado en la Luz de España.
Valentín Gallardo.
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