Crónica de la V sesión del Club de Lectura del círculo boliviano

El Profesor Wilhelmsen describe también al ateísmo marxista como una versión secular y materialista del mesianismo judío

Los errores del comunismo también son objeto de interés para todo católico contrarrevolucionario. Es posible comprender tales iniquidades cabalmente gracias al análisis que realizó el profesor Federico Wilhelmsen en el capítulo 5 de su libro El problema de occidente y los cristianos.

Miembros del Círculo Tradicionalista San Juan Bautista pudieron intercambiar opiniones sobre el asunto este sábado, 28 de septiembre, en la V sesión de su Club de Lectura. De manera telemática y también con invitados de Méjico y Guatemala, el Profesor Alexander Becker guio la lectura mediante sus oportunos comentarios.

El Profesor Wilhelmsen nos enseña que el comunismo encuentra sus raíces en los abusos del capitalismo liberal del siglo XIX, lo cual impulsó la destrucción de la Cristiandad. La industrialización y la explotación de los trabajadores fueron el caldo de cultivo para que se pierda el sentido de comunidad y seguridad. Esta deshumanización generó un vacío espiritual que el comunismo intentó llenar con una explicación materialista del progreso humano.

Para entender al comunismo, especialmente en su versión marxista-leninista, hay que indagar en la dialéctica de Jorge Guillermo Federico Hegel, puesto que Carlos Marx adoptó su pensamiento aplicándolo a su propia teoría materialista de la historia. Hegel veía la historia como un proceso racional que se movía a través de contradicciones. De este modo, Marx desarrolla la idea postulando que, el conflicto entre clases sociales, o más concretamente entre el proletariado y la burguesía, constituía una etapa necesaria para avanzar hacia una sociedad sin clases.

A su vez, el comunismo se conecta con otras ideologías, como el socialismo, el neutralismo, el pacifismo y los nacionalismos emergentes en África y Asia. Las contradicciones aparentes entre estas corrientes resultaron aptas para que el comunismo las utilice a su favor, justificando y reconciliando mediante la dialéctica las inconsistencias entre ideologías.

El Profesor Wilhelmsen describe también al ateísmo marxista como una versión secular y materialista del mesianismo judío. Explica cómo el comunismo promete una especie de paraíso terrenal, donde el hombre eventualmente se convertiría en Dios. Esta visión se presenta como una parodia y negación directa de la doctrina cristiana.

Finalmente, se subraya el carácter ateo del marxismo y su visión de la historia como un proceso hacia la divinización del hombre, en contraste con la doctrina cristiana. El marxismo no niega la existencia de la divinidad, sino que la sitúa al final de la historia, donde el hombre se convierte en Dios. Esta filosofía representa una amenaza directa a la fe cristiana, ya que el comunismo busca destronar a Cristo y su Iglesia, viéndolos como los principales obstáculos para la realización de su utopía materialista.

Agencia FARO, Círculo Tradicionalista San Juan Bautista.

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