La Hispanidad, lo primero después del Verbo

Me negaré rotundamente a pensar en la Hispanidad como algo antiguo; es un conjunto histórico muy presente hoy, y hay que mantenerlo y acrecentarlo

12 de octubre, festividad de la Virgen del Pilar y conmemoración de la Hispanidad, que fluye aun hoy, en nuestra sangre y nuestras costumbres.

Es un día cargado de sentimientos bellos pero también de hondas convicciones, fuertemente arraigadas en el mundo hispánico. Este día debe de ser, al mismo tiempo que un día de fiesta y de alegría entre familiares y amigos, una especie de retiro o penitencia para poder orar por tantas cosas que hay que reconstruir, más aun nosotros, los defensores de la tradición hispana. A la Pilarica, como se le suele llamar por tierras mañas, y debido a su simpática intención, muy extendida por todas partes, deberíamos ofrecerle todas nuestras ideas de restauración y pedir que nos guie en este valle de lágrimas, como le rezamos en la Salve.

Pero además de dejar un tiempo para la oración, sería muy positivo para nosotros, españoles de hoy, leer sobre tan gran obra como es la Hispanidad, buscar un rato calmado en el cual podamos buscar y encontrar entre los viejos libros (y por eso preñados de sabias reflexiones), o lugares sanos, documentación acerca de la construcción que hicieron nuestros antepasados, allá donde dispusieron, pues muchas veces nos vienen a la memoria, de manera muy recortada, las Américas cuando hablamos de la Hispanidad, pero si bien ese fue el resultado de los castellanos, los aragoneses se expandieron por el Mediterráneo en la conquista de Nápoles o Sicilia, y posteriormente Filipinas. E incluso la Hispanidad, o bien las Españas, son las regiones del solar íbero que conformaron en base a los fueros históricos, la patria tal y como la conocemos.

Me negaré rotundamente a pensar en la Hispanidad como algo antiguo, es un conjunto histórico muy presente hoy, y hay que mantenerlo y acrecentarlo. Según la visión de Ramiro de Maeztu, la Hispanidad cumple con un deber muy alto como es la propagación de la verdad, es decir, del evangelio de Cristo, allende los mares.

De sobra es conocido por todos, que detrás de los conquistadores españoles, venían las órdenes religiosas, no sólo una, sino varias. Y las consecuencias de esa evangelización, en el trato de los indios como hijos de Dios, gracias a Isabel la Católica, fueron la cultura y el mestizaje.

Si se comparan en una breve meditación los resultados históricos de los procesos coloniales franceses, ingleses u holandeses con la idea española, la diferencia es abismal. Tal vez por la influencia protestante, tan presente en la política centroeuropea, se utilizaron las colonias como lugares de explotación económica primordialmente, con una gestión centralizada desde las capitales de los países europeos, y se consideraban a los nativos esclavos al servicio del gobierno invasor, ahí están las leyes constitucionales. Esto tuvo consecuencias, obviamente, devastadoras para los nativos. En cambio, los reyes de las Españas, erradicaron las costumbres bestiales de los países que conquistaban, culturizaron primorosamente a los hijos nativos, e incluso se casaron en ley de Dios muchos españoles con nativos.

Todo esto explicado hasta ahora, lo recoge muy bien el Padre Osvaldo Lira en la revista Verbo número 375-376. Exprime el pensamiento de Ramiro de Maeztu perfectamente cuando recalca esa idea del humanismo español, en contra de otros humanismos materialistas o modernos, siendo todos originados a partir del vicio del orgullo. Y está la clave en el amor. El amor que navega por los actos de los hombres españoles de antaño, que sin ser soberbios y evitando esa idea tan protestante de poseedores de la verdad y no transmisores de ella, pues la verdad debe quedarse en una selecta clase social, se arremangaron las camisas, se recogieron los machos, y al más puro estilo español saltaron al ruedo de la evangelización de todas aquellas tierras que pisaban. ¿Por qué hacían esto? Según Maeztu por esa esencia católica impregnada en nuestro ser, la de la igualdad de los hombres en cuanto a criaturas de Dios, y almas libres, muy lejos, por tanto, de esas falsas libertades e igualdades modernas, que al final de su proceso de destrucción del hombre, consiguen esclavizar más los pueblos y ahogar toda forma de progreso verdadero.

Debemos estar los españoles muy satisfechos hoy; hoy y siempre por ser españoles, y confiar en que no está todo perdido, sino que en palabras de Osvaldo Lira, se requieren dosis altísimas de caridad para seguir evangelizando la religión católica, a la cual, pobre de mí, añado unas dosis altísimas, también de paciencia por la dura tarea, pero obligada y necesaria, que nos toca realizar.

Hoy más que nunca, con el pecho muy lleno de buenas ideas debemos gritar al unísono, y todos contestar:

¡VIVA ESPAÑA, VIVA LA VIRGEN DEL PILAR!

Ignacio Giner Ruiz, Círculo Tradicionalista San Rafael Arcángel

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