La conmemoración de Ayacucho en el nuevo número de «Fuego y Raya»

Cuatro textos de distinta índole y que cubren muchos ámbitos del problema afrontado

Nuestros lectores ya están informados del Congreso que en el mes de diciembre organiza el Consejo Felipe II en ocasión del bicentenario de la Batalla de Ayacucho. Ahora, en el número 28 de la revista del Consejo, Fuego y Raya, recién aparecido, se comienza la publicación de algunos textos relativos al asunto, que continuarán en el siguiente, coincidiendo con la aparición de las actas del Congreso.

Hemos pensado en La Esperanza que es del interés de nuestros lectores la presentación del Dossier, de la Dirección de la revista. De manera que la reproducimos:

En diciembre de este año se cumplen los doscientos de la batalla de Ayacucho, que signó el fin de las guerras de independencia en la América española y la consumación de la secesión de las nuevas Repúblicas. No fue tanta, sin embargo, la importancia de su desenlace desde el ángulo militar, algo sospechoso por lo demás, como el hecho desnudo del completamiento de un periodo de por lo menos catorce años, aunque podríamos extenderlo sin dificultad a dieciocho, si contamos las invasiones inglesas del Río de la Plata, por no remontarnos a un proceso secular de lucha entre la Inglaterra caída en herejía y la Monarquía católica o sea hispánica.

El Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II, previsoramente, concibió hace cuatro años un proyecto de Congreso que diera lugar a un libro colectivo en el que se repasaran problemáticamente los hitos y las claves de los procesos de secesión en los distintos territorios del Ultramar hispano. Pensó para ejecutar el plan en un plantel de jóvenes estudiosos activos en los Círculos que, esparcidos por el mismo, colaboran con sus iniciativas desde hace años. Como los recursos materiales del Consejo son limitados, su presidente entabló conversaciones con el del Instituto CEU de Estudios Históricos, doctor Alfonso Bullón de Mendoza, miembro del consejo asesor de Fuego y Raya. Que condujeron al acuerdo de que dicho Instituto acogería el congreso diseñado por el Felipe II, financiándolo, mientras que éste se ocuparía de la publicación de las actas en una editorial de las llamadas de prestigio y de su presentación posterior tanto en la España peninsular como en algunos puntos de América.

Así, tras el impasse del Covid, y con alguna lentitud de parte del CEU, fueron avanzando los preparativos durante el año 2023. Ciertos ajustes presupuestarios impuestos por la entidad colaboradora y aceptados por la promotora determinaron que, al margen de la publicación, el congreso presencial previsto quedara reducido a seis ponencias de investigadores ultramarinos, además de algunos peninsulares. Estábamos en diciembre de 2023. A lo largo de 2024 los responsables del Felipe II urgieron a los del CEU a concretar los aspectos logísticos cuanto antes. Lo que se dificultó porque, entre tanto, el CEU había creado un nuevo instituto que deseaba sumar a la organización, el Instituto de Estudios Americanos. A primeros de abril se celebraba una reunión con la participación de los dos institutos de la entidad demócrata-cristiana, de un lado, y del Felipe II, de otro. Todo finalmente había quedado fijado. Pero apenas dos semanas después, un domingo por la mañana, además, el presidente del Felipe II recibió un escueto correo electrónico del CEU que alegaba problemas presupuestarios y de disponibilidad de la sede prevista para cancelar su colaboración con el congreso. Naturalmente ese boicot tardío e inexplicado, pues no puede llamarse razones a lo pretextado extemporáneamente, había de responder a otras causas.

El Consejo Felipe II, naturalmente, no ha cejado, y aunque imposibilitado de buscar otra colaboración financiera en los pocos meses que quedaban antes de la fecha prevista, decidió mantener el empeño de la edición y sustituir el congreso presencial por otro remoto.

En esas estamos cuando hemos de dar a las prensas esta entrega de Fuego y Raya. Para la que hemos seleccionado tres trabajos bien distintos, representativos del interés del conjunto de la futura obra. Es posible, incluso, que decidamos proseguir con algunos otros textos en el dossier del siguiente número. Pero bástale a cada día su afán. Hoy tenemos un estudio de matriz historiográfica, pero sin desatender los hechos, referido a la Nueva España. Su autor, Rodrigo Ruiz Velasco Barba, secretario de la redacción de nuestra revista, es un historiador todavía joven, pero ya maduro. El segundo se debe a Flavio Alencar, otro joven ya maduro, en este caso brasileño, que se mueve entre la historia y la filosofía política, y que se refiere a la singular experiencia del Brasil. Al ser tan distinta de la de los virreinatos castellanos, nos ha parecido útil ofrecerla a nuestros lectores. Finalmente, un jovencísimo Andrés E. Jiménez, colombiano, nos ofrece algunas claves geopolíticas del proceso de secesión. Podemos incluso sumar un trabajo fuera de dossier, el que abre el número, y que –aunque no forma parte del contenido del libro– está conectado con la temática: el del historiador del derecho chileno Eduardo Andrades, sobre la resistencia de los chilotes incluso tras Ayacucho.

Así pues, cuatro textos de distinta índole y que cubren muchos ámbitos del problema afrontado. Porque de un problema se trata. Si la literatura liberal lo ha visto en términos «soteriológicos», la conservadora de matriz nacionalista no ha sido capaz por lo común de advertirlo, dándole justificaciones sesgadas y con frecuencia vociferantes.

Por nuestra parte, no tenemos mucho más que decir. Esperamos poder dar cuenta en los próximos números de la celebración del congreso y la aparición de las actas.

LA ESPERANZA

Deje el primer comentario

Dejar una respuesta