El Triunfo de Cristo Rey

La encíclica Quas Primas y su contexto histórico en tiempos de revolución y caos

Agencia FARO

La encíclica Quas Primas, publicada el 11 de diciembre de 1925 por el Papa Pío XI, destaca por ser uno de los documentos más significativos del siglo XX en la historia de la Iglesia Católica. Con ella, no solo se establece la fiesta de Cristo Rey, sino que se presenta una firme declaración de fe ante los enemigos ideológicos, políticos y sociales de la Iglesia. Al proclamar el reinado universal de Cristo, el Papa reafirma la soberanía de Cristo no solo en el ámbito espiritual, sino también en la vida pública y social, convirtiendo este mensaje en un contrapeso teológico y moral frente a los movimientos emergentes que, en muchos casos, se oponían a la fe católica y buscaba su eliminación.

El contexto de la encíclica es de agitación global sin precedentes. Las estructuras políticas y sociales europeas estaban en transformación o colapso tras la devastación de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), que había destruido imperios influyentes como el austrohúngaro, el alemán, el ruso y el otomano, dejando un vacío que desencadenó luchas por el poder. Este conflicto no solo desestabilizó el continente, sino que también provocó una crisis existencial. La civilización occidental, cuyas raíces se encontraban en la Cristiandad, se vio sacudida por la aparición de ideologías que promovían un nuevo orden secular, buscando eliminar la influencia de la Iglesia.

El propósito de Quas Primas trasciende lo litúrgico, abarcando lo pastoral y político. En un momento en que la religión parecía perder terreno ante el secularismo, el ateísmo y el avance de regímenes autoritarios, Pío XI afirmó que el verdadero orden y la paz solo podían lograrse bajo el reinado social de Cristo. Este mensaje respondía a las ideologías contemporáneas que desafiaban el papel de la Iglesia en la vida pública. Entre ellas destacaba ya el comunismo, que tras la Revolución de 1917 en Rusia promovía un Estado ateo, y el fascismo, que bajo Mussolini defendía un Estado totalitario en Italia.

Pío XI advertía sobre los peligros de desvincular la política de la religión, señalando que muchos males sociales en la Europa de principios del siglo XX eran resultado de la erosión del orden moral cristiano. Su encíclica no solo ofrecía una respuesta religiosa a las crisis de la época, sino una visión integral de la política, la moral y la justicia, basadas en la soberanía de Cristo.

El contexto en que surgió Quas Primas nos recuerda que los desafíos de entonces siguen siendo, en muchos casos, actuales. Hace un siglo, en medio de un mundo marcado por la agitación social, la persecución religiosa y la pérdida de la fe, el Papa Pío XI hizo un llamado a la humanidad para reconocer la soberanía de Cristo. Hoy, al cumplirse el centenario de la encíclica, enfrentamos tiempos difíciles que, aunque distintos, reflejan conflictos similares: el caos moral, la incertidumbre política y una sociedad cada vez más alejada de sus raíces espirituales.

Este centenario nos ofrece una oportunidad para renovar nuestro compromiso con el mensaje de la encíclica y reafirmar que la respuesta a los problemas de nuestra sociedad no radica en soluciones pasajeras, sino en el reconocimiento del Reinado de Cristo. Al igual que en 1925, vivimos en una época en la que se cuestiona el papel de la fe en la vida pública, donde se desprecia la Tradición, y el materialismo y el relativismo siembran división y desesperanza. Sin embargo, así como en la Europa de principios del siglo XX, hoy también podemos levantar la mirada para recordar que en Cristo Rey encontramos una fuente de esperanza inquebrantable que puede guiar a nuestra patria y al continente hacia la justicia y la paz.

  1. La Primera Guerra Mundial (1914-1918) y sus consecuencias

El estallido de la Primera Guerra Mundial alteró radicalmente el orden internacional y sacudió las bases de la civilización en Europa. Entre 1914 y 1918, el conflicto destruyó no solo economías y estructuras políticas, sino también el orden moral de la sociedad. Las ideologías nacionalistas y el militarismo habían incrementado las tensiones entre las potencias, pero el resultado fue una desilusión generalizada con las instituciones que habían gobernado Europa.

Con el Tratado de Versalles en 1919, los imperios alemán, austrohúngaro, ruso y otomano colapsaron, abriendo el camino a la creación de nuevas naciones en Europa central y oriental, muchas de ellas inestables y divididas por conflictos étnicos y territoriales.

Las secuelas no fueron solo políticas; las implicaciones sociales y culturales fueron profundas. Europa quedó sumida en una crisis de identidad, mientras el escepticismo con la religión tradicional crecía. El secularismo aumentaba junto con el auge de ideologías radicales, como el comunismo en Rusia y el fascismo en Italia, que ofrecían visiones alternativas de organización social y política, a menudo opuestas a fe cristiana.

  1. El Surgimiento del Comunismo y del Fascismo

La Revolución de Octubre de 1917 en Rusia marcó el ascenso del comunismo, que rechazaba abiertamente la religión y consideraba al cristianismo un obstáculo para la sociedad sin clases que proponía. Lenin y los bolcheviques promovieron un Estado ateo, persiguiendo a la Iglesia ortodoxa rusa y reprimiendo las manifestaciones religiosas. La influencia comunista se expandió por Europa y otras regiones, fomentando la hostilidad hacia los cristianos.

Por su parte, el fascismo emergió en Italia bajo Benito Mussolini en 1922. Aunque no era abiertamente antirreligioso, defendía un Estado totalitario que subordinaba a la Iglesia al poder estatal. Mussolini buscó una alianza con la Iglesia para legitimar su régimen, culminando en los Pactos de Letrán de 1929. Sin embargo, el fascismo exaltaba el poder del Estado sobre los principios religiosos y morales, lo que generaba tensiones con las enseñanzas eclesiásticas.

  1. Crisis Económica y Social: La inflación y el desempleo

Tras la guerra, las economías europeas quedaron devastadas. La hiperinflación en Alemania en 1923 dejó a millones sin ahorros, agravando la inestabilidad política y social. La pobreza y el desempleo alimentaron la desconfianza en las democracias liberales y facilitaron el ascenso de regímenes autoritarios.

En este contexto, la Iglesia Católica fue vista como un baluarte frente a las ideologías seculares. Mientras algunos buscaban soluciones radicales en el comunismo o el fascismo, otros volvieron a la fe en busca de consuelo y estabilidad.

  1. La Iglesia Católica ante los cambios mundiales

La Iglesia, bajo el liderazgo de Pío XI, enfrentaba la creciente secularización y la hostilidad hacia su autoridad moral. El pontificado de Pío XI fue testigo de las tensiones con el Estado en diversos países y de los intentos de la Iglesia por mantener su influencia en un mundo cada vez más distante de Nuestro Señor Jesucristo.

La proclamación de la fiesta de Cristo Rey en Quas Primas subrayó la soberanía de Cristo sobre todas las naciones, afirmando que la verdadera paz solo sería posible si las sociedades reconocían su reinado. La encíclica respondía al secularismo y a las ideologías que promovían la separación entre la vida pública y los principios cristianos.

Conclusión

A través de este artículo «El Triunfo de Cristo Rey» os invito a recordar que, incluso en tiempos convulsos, la soberanía de Cristo es inquebrantable. La encíclica Quas Primas no solo responde al desorden de su época, sino que es un llamado atemporal a reconocer el Reinado de Cristo en todos los ámbitos de la vida. En una era de incertidumbre, nos ofrece la certeza de que solo bajo la bandera de Cristo hallaremos la paz y la justicia para la patria.

Que esta proclamación renazca con vigor en nuestros corazones y en nuestra patria. Al honrar a Cristo Rey, afirmamos nuestra identidad cristiana y nuestro compromiso con un mundo más justo y solidario, guiado por los fundamentos del Evangelio sin miedo a proclamar ¡Viva Cristo Rey! buscando que su reino se extienda sobre nuestra tierra y en los corazones de todos, ayer, hoy y siempre.

José Garrido Medina, Círculo Tradicionalista de Baeza

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