Respuesta a «Diario Red» (II): Tener enemigos es buena señal

MIGUEL AYUSO NUNCA MILITÓ EN FUERZA NUEVA. SOBRE UN ERROR DE WIKIPEDIA.

Don Miguel Ayuso en su visita a Barcelona en 2021. Foto: Círculo Tradicionalista de Barcelona.

El profesor Miguel Ayuso, a propósito del reportaje publicado en Diario Red (que ha recibido respuestas por medio de un Editorial y de un artículo de uno de nuestros colaboradores), nos hace llegar un texto donde desmiente y aclara un error en el que incurre, arrastrado por una voz de Wikipedia.

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Tener enemigos es buena señal, pues indica que –al menos– no te consideran irrelevante. Pero resulta también antipático, cuando los ataques se valen de cualquier medio. Algún amigo, que también es necesario tener, me advirtió hace tiempo de la existencia de una voz en Wikipedia sobre mí. Una voz, parecía, hecha por alguien que me apreciaba, aunque no me conocía, y que había dado pie luego a interpolaciones de otros que sin embargo me conocían y no me apreciaban. Años después, por otros amigos, me entero de nuevos cambios, que tampoco son atribuibles a la buena voluntad. Y que ahora utilizan enemigos declarados para aumentar la confusión.

Empecemos por el principio. La voz no es particularmente afortunada en el estilo. Tampoco en la selección de algunos de los contenidos. Qué le vamos a hacer. Cada vez es más difícil encontrar textos bien puestos, dispuestos y compuestos. Pero lo que me llama la atención son algunos extremos que son directamente falsos y que responden a una evidente malevolencia. Veamos. Dicen que Miguel Ayuso «durante la Transición militó en el partido neofranquista Fuerza Nueva, y fue colaborador asiduo de la revista homónima». Y en una columna lateral se añade tras el rubro Partido político: «Fuerza Nueva (hasta la década de los ochenta)».

Parece ser que Wikipedia se caracteriza no sólo por el modo abierto de la colaboración, sino también por la exigencia de comprobaciones de lo que se afirma. En este caso, si uno acude a las notas donde se recogen o debieran recoger, no encuentra ninguna respecto a la primera de las afirmaciones. Y es normal que así sea, pues nunca milité en tal partido, ni siquiera fui lo que se puede llamar un simpatizante. Pero ahí está: para cualquiera que pudiera tener una mínima curiosidad por la persona de que se trata lo que queda claro, sin duda alguna, es que militó en Fuerza Nueva. Pero la verdad no interesa, sólo dejar una impresión… falsa.

Por cierto, no habría nada de malo en que hubiera militado en Fuerza Nueva, más aún si es hasta la década de los ochenta, como se afirma sin fundamento, es decir, cuando quien escribe tenía menos de veinte años. Pero lo que pasa es que no militó. Punto.

Respecto de la colaboración habitual en la revista homónima se encuentra sólo la referencia de una conferencia que pronuncié en abril de 1981. Poca cosa. Naturalmente hay más, pues intervine en el aula de cultura de Fuerza Nueva y luego del CESPE que la sucedió en media docena de ocasiones. En la única referenciada, una vista aguda hubiera podido observar en la fotografía que contiene una insignia con el águila bicéfala, que tenía en el centro las aspas de Borgoña, en el ojal de la solapa izquierda. Porque el orador ya pertenecía a la Comunión Tradicionalista. De hecho, tras la conferencia, según la costumbre de esa casa, se cantó el Cara al Sol brazo en alto, lo que el conferenciante no hizo: ni levantar el brazo ni cantar el Cara al Sol. Como en las ocasiones que siguieron. A Blas Piñar, por cierto, con quien siempre tuve notables diferencias y años después algún encontronazo, pero con quien conservé un trato amistoso, no le gustó. Si Wikipedia, o mejor, el anónimo escriba que me ha atribuido la condición de militante de Fuerza Nueva, lo deseara, podría darle la lista de mis conferencias o presentaciones de conferenciantes en la organización mentada. Pues creo que andan por mis papeles las crónicas y alguna fotografía. Eso sí, me llevará un cierto tiempo dar con la información. Lo mismo pasa con los artículos en la revista homónima. Otra media docena, más o menos. Sobre temas por lo común doctrinales. Y raramente políticos concretos, pero ligados siempre a alguna cuestión doctrinal, por lo común de raíz religiosa. La afirmación de la habitualidad hubiera requerido un mayor esfuerzo probatorio. Pero, de nuevo, da igual. Y, también de nuevo, nada de malo hubiera habido de ser así. Que no lo fue.

Lo que pasa es que en esos primeros años ochenta, como en los setenta, algunos destacados miembros de la Comunión Tradicionalista hablaban y escribían en Fuerza Nueva, como Rafael Gambra, o sólo escribían, como Alberto Ruiz de Galarreta, éste a través de sus pseudónimos. ¿También militaron en Fuerza Nueva? El interpolador anónimo ignora que el tradicionalismo político español, o sea, el Carlismo, en esos años tan difíciles tuvo una aproximación táctica, movida por el combate contra el progresismo religioso, con ese mundo. Sin simpatizar, en cambio, políticamente. Ni tampoco, en muchos casos, personalmente.

Algunas selecciones posteriores de la voz de que estamos ocupándonos persiguen igualmente mantener de modo equívoco la impresión de que el biografiado pertenecería a ese mundo franquista, «facha» lato sensu. Me refiero a haber colacionado, a propósito de la persecución de que fue objeto por El País y La Sexta en 2013, donde lo que salía a relucir en todo caso era el Carlismo, las reacciones de la Fundación Francisco Franco o Infovaticana. Por cierto, en esa triste vicisitud tampoco informa como debe. La remisión a El País, que es quien estuvo en el origen de la persecución, es además imprecisa. No se archivó el procedimiento por estar amparadas las afirmaciones que se me reprochaban en la libertad de expresión. Cosa que nunca quisieron reconocer los tribunales españoles. Sino por la prescripción de los hechos. Eso es lo que no acepté y me llevó a acudir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, donde gané la causa. Nada de lo cual se dice. A diferencia de la información correcta que dio LA ESPERANZA.

¿Por qué molestarme en precisar lo anterior? De sobra sé su inutilidad, en un mundo en el que el caudal de información sepulta la verdad. Sin embargo, si hubiera un mínimo de honradez en quienes se hallan detrás de la voz de Wikipedia que he examinado, debiera llevarles a rectificar. No lo espero.

Miguel Ayuso

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