
En las últimas horas estamos conociendo los detalles de los sucesos trágicos que han afectado a la provincia de Valencia —fundamentalmente— y a algunas zonas de Castilla la Mancha. Suponemos que nuestros lectores estarán al tanto de estas horas grises que han helado nuestros corazones.
Ayer, día 29 de octubre de 2024, se decretó la alerta roja meteorológica por lluvias a causa de lo que conocemos en esta región del mundo como la «gota fría». Desde primera hora de la mañana las fuertes lluvias comenzaron a descargar en el altiplano de Requena-Utiel, donde se registraron más de 350 litros por metro cuadrado, la lluvia torrencial incrementó el caudal del rio Magro a su paso por Utiel y provocó las primeras inundaciones severas. En las horas posteriores localidades como Chiva o Pedralba llegaron a registrar hasta 490 litros por metro cuadrado en 24h, causando la crecida de la rambla del Poyo; del mismo modo, poblaciones como Buñol o Turís recibieron precipitaciones próximas a los 400 litros. A esto se le sumaron las fuertes lluvias registradas en otros puntos de la provincia, principalmente en las comarcas de la Ribera Alta donde se superaron los 250 litros en numerosos puntos.
Estas cantidades de agua acumuladas en diversas localizaciones del centro y oeste de la provincia de Valencia, y, dada la orografía montañosa de nuestras tierras, hicieron que el Júcar, Turia, y, principalmente, ramblas y arroyos entre ambos ríos, aumentasen su caudal como pocas veces se recuerda. Si en las localidades mencionadas y carreteras del interior hubo todo tipo de incidentes —incluido algún tornado—, lo peor llegó cuando el agua acumulada durante todo el día llegó por la tarde a la llanura próxima al mar.
En Valencia ciudad, pese a tener un día plomizo y ventoso en el que parecía que el cielo caería sobre nosotros, casi no llovió; del mismo modo, en toda la zona próxima a la costa al sur de la ciudad de Valencia llovió, pero no fue comparable con el aguacero de las localidades mencionadas anteriormente. Desde este punto de vista es comprensible que a mucha gente la riada producida por el violentísimo torrente que descendía rápidamente de barrancos como la rambla del Poyo, le pillase, en buena medida, desprevenida. El punto más crítico de la jornada llegó cuando localidades al sur de Valencia como Torrente, Catarroja, Paiporta, Picaña, Sedaví, Carlet o Algemesí quedaron anegadas en cuestión de minutos.
Estas localidades son el hogar de gente trabajadora que se desplaza a Valencia diariamente, también el área afectada es un centro de actividad económica donde abundan polígonos industriales y centros comerciales. De ese modo, se vieron atrapados en las vías de acceso a Valencia por el sur aquellos que volvían a casa tras la jornada laboral, los que regresaban tras realizar algunas compras, o, profesionales del transporte que tuvieron la desventura de encontrarse en aquel lugar.
El resultado de la tragedia es incalculable, las riadas se han llevado la vida de más de 90 personas y sigue habiendo decenas de desaparecidos. A esto se le añaden las cuantiosísimas pérdidas materiales: viviendas, vehículos, muebles, terrenos, etc; además, se ha dañado notablemente la infraestructura logística y de comunicaciones, así como el tejido productivo de la región. Sigue habiendo más de 100.000 personas sin luz ni agua y en una situación precaria.
Hemos visto todas las escenas caóticas de unas horas trágicas y de gran dolor que todos compartimos. Podemos imaginar la aflicción de algunos de nuestros vecinos que han perdido a familiares, o la de aquellos que han vivido horas de angustia tras quedar incomunicados con sus seres queridos desconociendo su paradero; los hay que han perdido en un abrir y cerrar de ojos los objetos acumulados durante una vida de trabajo, y los que han perdido su negocio. Esta catástrofe nos recuerda la fugacidad de la vida, nuestra condición de eslabón y no de cadena, lo próximo que está la victoria de la derrota, la plenitud de la nada, y, la vida de la muerte. Nos da ánimos para perseverar en el buen combate por Nuestro Señor en una causa noble.
Roguemos a Dios por las almas de los difuntos y por la pronta restauración material y anímica de los afectados, entre los que se encuentran amigos y correligionarios.
Animamos a nuestros lectores, si pueden, a que ayuden materialmente a los damnificados. Asimismo, considerando nuestros medios limitados, pueden ponerse en contacto con nosotros si conocen a alguien que necesite ayuda para limpiar, mover objetos o realizar alguna tarea que esté a nuestro alcance.
Círculo A. Ruiz de Galarreta (Valencia)
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