Una verdadera Contrarrevolución

La Conversión de Recaredo, por Muñoz Degrain (1888)

El mundo moderno intenta abrumar al católico de hoy que quiere conservar su fe en las circunstancias actuales. Dicho mundo moderno es en realidad una sociedad que vive una revolución permanente, una apostasía general, renegando de los derechos de Dios sobre ella, y actuando como si Él no existiese, hasta el punto de socavar la ley natural a través de los Estados.

Muchos católicos que viven hoy con el anhelo de preservar la fe católica, salvar su alma y la de los suyos, se encuentran en un medio inhóspito para lograrlo. El mundo moderno exige una verdadera reacción, pero sucede lo contrario. La revolución incluso se ha infiltrado en la Iglesia, y es predicada por parte de la jerarquía eclesial, que ha abandonado la doctrina de la Realeza Social de Cristo para dar paso a un ecumenismo desenfrenado. Doctrinas liberales como la libertad religiosa son ampliamente predicadas desde el II Concilio Vaticano, confundiendo así las almas de los fieles.

El conservador católico quiere reaccionar frente a esta revolución, principalmente ante las nuevas ideologías que arremeten a la vida y la familia, pero al mismo tiempo, está ideologizado por el liberalismo. Este conservador católico busca dos cosas: o encerrarse dentro de los templos y parroquias, viviendo una fe individualizada, abandonando la realidad social de la religión; o intentar meterse en una acción política demócrata cristiana, en busca de un nuevo paladín de la Nueva Derecha que se declare defensor de la vida y la familia. Aunque termine defendiéndola a medias, como pasa actualmente.

Se olvida que la verdadera raíz de la revolución es la expulsión de Dios de la sociedad, y que sólo podemos hacer una contrarrevolución si defendemos los derechos de Dios y la verdadera religión en nuestra Patria. La Unidad Católica, como reza el lema del Tradicionalismo Español, es lo que debemos restaurar con todo nuestro empeño, una de las piedras angulares de la Cristiandad: una sociedad donde Cristo Reine a través de un poder sacralizado, que como legitimistas encontramos perfectamente en la Monarquía Tradicional.

Miguel Ángel Rojas Romero, Círculo Tradicionalista Nuestra Señora de la Asunción