La preeminencia de la Ciudad de Granada en el Lema Real

Reuters, J. Nazca

Tras la toma de Granada, se procedió a plantar el Estandarte Real en la fortaleza de La Alhambra, siguiendo la práctica seguida siempre de colocar el Pendón Real en la parte principal de la muralla de la ciudad o en lo más alto de la fortaleza recién reconquistadas. Era señal de que éstas pasaban a someterse a la potestad y jurisdicción del Rey legítimo. El gran jurista granadino Pedro José Pérez Valiente, en su magna obra Aparato del Derecho Público Hispánico publicada en 1751, nos describe esta costumbre para el caso particular de la liberación de Granada:

La Historia demuestra que los nuestros hicieron eso siempre que echaron a los [mahometanos] de las ciudades, villas y castillos injustamente ocupados, de lo que, omitiendo otros muchos ejemplos, por ser dulce el amor de la patria, no dejaré de contar cómo se hizo en Granada: consta que el día 2 de Enero de 1492 –día consagrado en los fastos granadinos al recuerdo de la toma de la Ciudad–, cuando ya había sucumbido la potestad sarracena bajo las armas de los Reyes Católicos Fernando e Isabel, en nombre de éstos y en seguimiento del Rey en persona que entraba en la Ciudad, el Conde de Tendilla, futuro Alcaide de su castillo y Capitán en esta provincia, junto con Don Gutierre de Cárdenas, Comendador Mayor de León, entraron en lo más protegido de la fortaleza, vulgo Alhambra, con una fuerte tropa de caballeros; allí, tras clavar en la torre más alta, que decían de Comares, la Cruz llevada por delante por el hermano del Conde, el Cardenal De Mendoza, Arzobispo de Toledo, plantaron solemnemente dos Pendones, el Real y el de Santiago, en señal de posesión. A dicho acto le siguió el aplauso y griterío de alegría de los soldados y nobles que decían “Granada, Granada, por los Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel”.

Desde aquel tiempo, arrancados el poder y nombre de tan impía nación, los Reyes Católicos colmaron de tanto amor esta nobilísima Ciudad que, aparte de innumerables privilegios generosamente concedidos, la tomaron a título real, ordenando que en adelante su nombre se antepusiera en el Lema Real a todas las demás Ciudades que gozaban de tal derecho y especialmente Toledo, intitulándose en adelante Reyes de Castilla, de León, de Aragón, de Sicilia, de Granada, etc. Aun cuando Toledo, antes cabeza del Reino godo y cuya excelencia la eleva por sus propios méritos, alzó sus preces contra la inesperada novedad, se mantuvo, no obstante, el favor de Granada y la resolución de los Reyes Católicos, firmemente conservada al día de hoy, como consta en las Cédulas y Provisiones Reales, cuyo tenor todos conocen.

Félix M.ª Martín Antoniano, Círculo General Carlos Calderón de Granada.