Continuamos resumiendo el análisis presentado por el prof. Alberto Zelada Castedo en El pensamiento de Guillermo Francovich (Sucre, 1966). Ya aterrizando en el terreno de la antropología, cabe destacar que, para Francovich, el hombre forma parte de una realidad peculiar que se mueve entre el espíritu y la naturaleza, obrando sobre ambas, creando a la primera y transformando a la segunda.
Otro concepto clave en el pensamiento del chuquisaqueño es el de «intencionalidad valorativa». Esta deriva del intelecto creador del hombre, y se extiende a más allá del simple conocimiento hasta llegar al valor. Lo que diferencia al hombre de las demás criaturas es la dimensión de su ser relacionada con el sentido que da a sus conocimientos: asigna valores a los objetos reales.
Afirma el autor boliviano en El mundo, el hombre y los valores (La Paz, s. f.): «El hombre introduce en el mundo de la naturaleza que por sí misma es indiferente a los valores una estructura espiritual que constituye lo verdaderamente humano en el mundo. Son los valores objetivos válidos de lo bueno, lo bello, lo santo, que hacen que la historia humana no sea la historia de una especie zoológica que se arrastra sobre la tierra, a través del tiempo sin objetivo ni sentido alguno».
Con respecto a la religión, de acuerdo con Zelada, Francovich considera que «la actitud religiosa supone una entrega total en demanda de lo sagrado y una subordinación completa de los otros valores a los valores religiosos, situaciones ambas que conducen a una radical soledad, a una vivencia exclusiva de los adoradores con el solo objeto de su adoración y al ordenamiento de perspectivas nuevas de la vida humana que mira sus fines en una realidad totalmente trascendente, fuera de la existencia efímera de las cosas, en el reino de lo eterno». Este análisis parece hacer apología de la religión, aunque con alguna timidez o desconfianza respecto al misterio que la envuelve.
Otro concepto interesante de Francovich es el de társico-atársico, del griego tarsis y atarsis, que respectivamente significan confianza y desconfianza. Para el chuquisaqueño, la actitud del hombre puede ser társica si se arroja a los hechos sin planificar sus acciones, aspirando a la emoción o el sentimiento imprevisto. Por otro lado, la actitud atársica es aquella que otorga sentido a los hechos y elabora un programa de vida ante una realidad turbulenta e impredecible. «Si el társico es por antonomasia el aventurero, el atársico es el constructor, que opone sus creaciones al torrente de los hechos que pasan», sostiene Francovich en El condenado por desconfiado (México, 1954).
Para terminar el análisis del pensamiento de Francovich, Zelada nos invita a reflexionar sobre cómo este autor concibe al amor. Este implica consagrar una persona a otra mediante una entrega desinteresada que no actúa por conveniencia ni por cálculo. En otras palabras, indica Zelada que, para el pensador chuquisaqueño, el amor «hace salir al hombre de sí mismo llevándolo hasta los otros mediante un impulso libre y espontáneo de generosidad, con lo que engendra una verdadera aproximación a la persona amada en su totalidad y no en atención a las virtudes de que se halla provista», además de que «no es siempre placentero sino que, en varios casos, puede ser también fuente de sacrificios y sufrimientos». Esto se acerca a la concepción cristiana del amor, para la cual tomamos referencia a Nuestro Señor y su sacrificio en la cruz.
Damos por terminada esta breve exposición de las ideas del profesor boliviano Guillermo Francovich Salazar. Dejamos en manos del lector profundizar en ellas para separar en ellas el trigo de la cizaña, o sea, distinguir elementos de ortodoxia y heterodoxia con suma prudencia.
- Mariscal, Círculo Tradicionalista San Juan Bautista.
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