La dura situación de los cristianos en Oriente Medio: violencia, miedo y persecución

Todo lo dicho no debe tampoco hacernos olvidar que no sólo en Oriente Medio somos perseguidos

Pierbattista Pizzaballa, Patriarca latino de Jerusalén, en una visita a la parroquia de la Sagrada Familia de Gaza el pasado 22 de diciembre

La reciente celebración de la Natividad de Nuestro Señor ha sido una ocasión de gozo para todos los cristianos del orbe, si bien tal alegría, que es justa y necesaria, no debe hacernos apartar la vista del sufrimiento que padecen muchos de nuestros hermanos en Oriente Medio.

Para muestra un botón: el pasado 23 de diciembre, el Patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, remarcó en su mensaje navideño la acuciante necesidad de esperanza que existe en aquella tierra sacudida constantemente por la violencia, el desprecio y el miedo.

Por supuesto, la realidad que allá se presenta es compleja, pero ello no impide señalar de forma clara a uno de los principales culpables: Israel. El escándalo es tal que nos hemos acostumbrado a oír de hospitales bombardeados, periodistas eliminados y familias aniquiladas apelando a una supuesta vinculación con Hamás a la vez que se omite el dato fundamentalísimo de que el nacimiento de tal grupo vino dado por el deseo de Israel de debilitar al Hezbolá, fuerza opositora de cariz chií nacida de la resistencia ante la ocupación israelí del Líbano (1982), territorio que representa quizás el principal núcleo de cristianos en la región y que recientemente ha sufrido nuevos ataques.

Los hay que piensan que su fe está segura bajo el mando sionista. Ante esto, es oportuno recordar que Daesh llegó a pedir públicamente disculpas en 2017 a Israel por una agresión contra sus fuerzas. ¿Y qué podía hacer Israel si no perdonar a aquel que le estaba, y está, haciendo el trabajo sucio en una Siria? Guste o no, Bashar al-Assad fue el defensor de los cristianos en Siria, y no lo será el caudillo islamita de turno apoyado por Tel Aviv. Ello no es sino muestra clara de que Israel no es nuestra amiga, sino que desea nuestra sangre.

Todo lo dicho no debe tampoco hacernos olvidar que no sólo en Oriente Medio somos perseguidos. Desde África, por ejemplo, llegan con frecuencia las noticias de cristianos asesinados, del mismo modo que en lugares como China o Corea del Norte existe una clara persecución por parte del Estado. Esta situación ya fue anunciada por Nuestro Señor (Juan 15:18-20), al igual que también fue prometida la Bienaventuranza a los que sufriesen con fe tales padecimientos (Mateo 5:10-12 y Lucas 6:22-23). Mantengamos, pues, la esperanza y permanezcamos todos juntos en unión con la mirada fija en Aquel que nunca defrauda (1 Corintios 13:8), lo cual reclama que tengamos en la mente y en el corazón a tantos de nuestros hermanos que sufren, y especialmente hoy de los que lo hacen a manos del contubernio genocida que usurpa Tierra Santa.

Ricardo Toledano, Círculo Antonio Molle Lazo de Madrid.

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