La reciente caída del régimen de Bashar Al Assad y de la República Árabe Siria, que obedece a la lógica de las mal llamadas «primaveras árabes» promovidas por EEUU y su portaaviones permanente en la región, la entidad pirata sionista llamada Israel, muestra un panorama catastrófico y desolador, tanto por la posible balcanización de la República Árabe Siria en micro-feudos de señores terroristas con intereses distintos y por tanto más fáciles de controlar para el llamado estado de Israel, el neo-otomano dirigido por Erdogan o los propios EEUU, que amenaza sumergir al país en un baño de sangre solo comparable al ocurrido en Libia durante el año 2011, en medio de este panorama desolador, los cristianos sirios (que junto con los palestinos, libaneses, iraquíes, jordanos y coptos egipcios son nuestros legítimos y verdaderos hermanos mayores en la Fe) se ven nuevamente amenazados con el martirio y una potencial desaparición en una parte de la Tierra Santa.
¿Por qué considerar a Siria parte de la Tierra Santa? Tengamos presente la conversión de San Pablo en Damasco y su posterior predicación, la fundación de la Sede de Antioquía por el propio de San Pedro y primer lugar donde los hasta entonces llamados «nazarenos» empezaron a ser llamados «cristianos», la milagrosa huida de la discípula del Apóstol de los gentiles, Santa Tecla, quien escapó milagrosamente al abrirse una montaña localizada en el actual pueblo, con mayoría de habitantes cristianos, de Maaloula, la vida de San Simeón Estilita que vivió 30 años dando ejemplo de ascetismo y vida monástica, las ruinas de la Basílica romana oriental (bizantina) donde aún está la base de la columna del Santo se encuentran cerca de la Ciudad de Aleppo. Tengamos también en cuenta Seydnaya, lugar donde la Santísima Virgen se le apareció al Emperador Justiniano, y en cuyo convento, según las crónicas de diversos peregrinos, los caballeros templarios y hospitalarios dejaban las cruces de sus mantos a manera de ex voto, o la vida del incomparable San Juan Damasceno (es decir de Damasco) el gran apologeta de la veneración de las Santas Imágenes y precursor de la escolástica que más tarde desarrollará el Doctor Angélico; basten estos ejemplos para demostrar que Siria por derecho propio forma parte de la Tierra Santa y el rico legado proporcionado a la Cristiandad.
Todo este rico legado espiritual y significativo para toda la Cristiandad ahora se encuentra bajo amenaza de desaparecer bajo la arrolladora garra mahometana alimentada por sus amos sionistas, turcos y angloamericanos, eliminado una vez su protector, el régimen de Bashar Al Assad, no hay obstáculo humano que pueda detenerles en tan macabros y diabólicos propósitos.
Antes de las primaveras árabes y de la Guerra Civil, los cristianos en Siria se contabilizaban en alrededor de dos millones de personas (el 10% de la población), mientras que a día de hoy solo quedan trescientos mil y es posible que en los próximos meses esa cifra se reduzca de modo drástico, pues aunque aún no hay información fidedigna en lo que respecta al futuro del estado sirio, ya se escuchan indicios comprobables de prohibiciones islamistas a los cristianos como la de no celebrar la navidad públicamente, la muerte un arzobispo de rito de griego y el pago del impuesto de la yizia (aplicado por la sharía a los no musulmanes). Los cristianos restantes, por tanto, viven con temor, tanto por su Fe como por su adhesión al régimen que les garantizaba una relativa libertad en materia religiosa. La incertidumbre y el temor se hace presente, y mientras tanto, el autodenominado «occidente» ve con indiferencia e incluso con burla a estos seres inocentes (tal vez por el hecho de ser cristianos) mientras por otra da bienvenida a oleadas de mahometanos cuyas intenciones son las mismas que la de los actuales grupos que hoy asolan a Siria.
Lo que ocurre en aquella parte de la Tierra Santa debe ser tomado en cuenta, pues es un mensaje de lo que cada vez es más posible que ocurra en un futuro próximo donde el ateísmo militante y el ultraliberalismo woke cretinizante carente de toda fuerza moral nos lleve a las guerras de un mahometanismo fanático y militante que no tiene más objetivo que el de instaurar el engaño coránico en todo el orbe.
El martirio de nuestros hermanos mayores que rezan en árabe, griego o arameo es probable que dentro de poco nos ocurra a los que rezamos en latín. Por tanto, renovemos nuestra Fe, luchemos por la restauración pública del Reinado Social de Cristo y de la Monarquía Legítima, el único muro de contención que nos queda ante la embestida sarracena y sionista.
¡Exurge Domine et Judica Causam Tuam!
Juan María de Calleja y Riaño, Círculo Tradicionalista Celedonio de Jarauta.
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