
Durante el transcurso de la primera mitad del siglo XX, las tendencias baecistas quedaron durmientes por lo general. El sentimiento entreguista hacia los Estados Unidos durante esta época siempre se manifestó con una política liberal como anteriormente mencionado lo cual tuvo su conclusión natural en la ocupación militar de los norteamericanos en 1916. No fue hasta la segunda mitad del siglo que las posiciones «illiberales» pro estadounidenses volvieron a concretarse. Se puede decir que estos tuvieron sus precursores en el Régimen del Trujillato. Trujillo no fue nada excepto un oportunista político, pero eso no quita de que el fue uno de los primeros un utilizar discurso nacionalista conservador y a la vez no tener problemas en mantener concesiones a los Estados Unidos de una manera u otra.
Después de la muerte de este dictador en 1961, se instaló un régimen liberal y laicista con tendencias pro socialistas bajo el Dr. Juan Bosch. Este fue derrocado por una coalición política entre la Iglesia, el Ejército, la clase empresarial y el campesinado lo cuales sirven como los ejes tradicionales de la sociedad dominicana. Esto acabó desencadenando en una serie de eventos que culminó en una guerra entre el Triunvirato anticomunista y los que fueron leales a Bosch (constitucionalistas). La falta de visión política en el Triunvirato (compuesto por el Ejército y los empresarios) y por miedo de una victoria izquierdista resultó en que estos solicitarán ayuda a los Estados Unidos. Sin ninguna sorpresa, este país no tuvo ninguna reserva en intervenir con miles de tropas. Como resultado de esta intervención, los estadounidenses y sus colaboradores optaron por hacer propaganda política y cultural. Estos se presentaron como los defensores de los valores cristianos tradicionales frente al ateísmo comunista de los constitucionalistas, usando la imagen de la Santísima Virgen para apelar a los dominicanos. La Iglesia católica en Estados Unidos, infectada por la herejía americanista, también contribuyó a esta campaña y el Cardenal Spellman, Arzobispo de Nueva York, envió sacerdotes estadounidenses al país para darle al pueblo una opinión positiva sobre los Estados Unidos. Este pacto fue donde se puede decir que empezó el conservadurismo pro estadounidense (neobaecismo) en la política dominicana moderna.
Originalmente empezó bajo una concepción política demócrata-cristiana, se puede evidenciar esto con figuras como el General Elías Wessin (líder militar de las Fuerzas Armadas del Triunvirato quien fue uno de los responsables de la solicitud de tropas norteamericanas) y su Partido Quisqueyano Demócrata Cristiano. Este señor acabó abrazando el protestantismo y su hijo (quien es el líder del partido) aspira ser el primer presidente protestante del país y actúa como uno de las múltiples figuras políticas queriendo introducir el conservadurismo estadounidense al país. También estas fuerzas políticas llegaron a tener influencias en el gobierno y aunque el Presidente Joaquín Balaguer (elegido posterior a la guerra) no fue necesariamente pro estadounidense como sus contemporáneos, no pudo hacer nada frente a este oleaje.
El conservadurismo pro estadounidense después de la guerra fría ha evolucionado mucho y se ha vuelto más peligroso. Una de las fuentes más recientes de esta ideología ha sido la gran diáspora dominicana que vive en los Estados Unidos. Debido a que muchos duran mucho tiempo lejos de su país y algunos nacen y se crían allá, ha resultado en que muchos de ellos acaben adoptando una mentalidad estadounidense y por ende una concepción política norteamericana que luego traen al país de una manera u otra. Otra fuente de estas corrientes culturales y políticas ha sido por los múltiples problemas políticos que ha tenido el país en años recientes. La gran cantidad de migración desde Haití más la corrupción e incompetencia de los partidos establecidos ha llevado a que muchos busquen alternativas al sistema presente y encuentren consuelo en las corrientes populistas y libertarias viniendo desde los Estados Unidos y Argentina.
En reacción a la migración haitiana en particular, ha habido un incremento en apoyo de grupos ultranacionalistas que tienen una concepción puramente positivista del pueblo dominicano y copian los grupos ultraderechas norteamericanos y europeos. Su nacionalismo y patriotismo no pasa más de antihaitianismo porque no han desarrollado una concepción política después de eso que no sea nada más que la concepción política e histórica liberal ya establecida. Muchos llegan a adoptar discurso «hispanista» y se auto proclaman a favor de dicha idea pero no tienen ningún problema con hacer campaña abierta a favor de políticos extranjeros que no tienen nada que ver con el país. También algunos llegan lo suficientemente lejos para rechazar la fe católica y abrazar el protestantismo norteamericano, haciendo calumnias inmensas sobre la Iglesia y sus doctrinas como los conspiranoicos estadounidenses porque no coincide con su ideario positivista. Todas estas fuerzas políticas combinadas son todo lo opuesto a lo que es la Dominicanidad y no hacen nada más que servir los intereses temporales y extranjeros. No hay nada más extranjero que adoptar ideas que no tienen nada que ver con la naturaleza de la comunidad política tradicional, lo único que hace eso es transformar la comunidad en una copia de la otra, simplemente con algunas diferencias menores. Adoptando una concepción americana de la política y la cultura simplemente lo que hace es asistir en la degradación de la cultura tradicional a favor de una concepción abstracta de «cultura occidental» que no pasa más de copiar lo que hacen en el extranjero, no importa cuando intentas de cubrirlo con una bandera distinta.
Es importante recordar que la Dominicanidad es Hispanidad y la Hispanidad es la Cristiandad, toda nuestra historia y cultura apunta ese dogma tan verdadero. Es importante que no nos olvidemos de ese ideal y que nos mantengamos rectos. No podemos dejarnos persuadir por las tentaciones de la época, no importa cuánto nos está diciendo que ayuda en solucionar el problema. Si hay que navegar las tormentas como lo hizo el inmortal Colón para llegar a nuestras tierras, pues no queda remedio.
Enrique Joaquín Lithgow Félix
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