Españoles en América. Gonzalo de Tapia, protomártir de Méjico (II): antecedentes familiares, infancia y llegada a Méjico

Su primera obra importante en Méjico fue la pacificación de los chichimecas, los indios del Norte

San Luis de la Paz, en Guanajuato, ciudad fundada por Gonzalo de Tapia

Gonzalo de Tapia y Pando era de la familia de los Tapia, la más antigua de todas las familias de la nobleza de León, que dio muchos personajes ilustres de las letras, las artes y las armas. El fundador de la familia fue el capitán Colinas, que en el año 722 ganó a los moros la batalla de Camposagrado, la «Covadonga leonesa», a 20 Kms. de León, con la que se liberó la ciudad. Varios parientes suyos participaron en la Reconquista, otros acompañaron a Hernán Cortés en la conquista de Méjico, estuvieron en el gobierno y administración de los nuevos territorios, en la conquista de la Alta California, y en las guerras de independencia de Hispanoamérica.

Quintana de Raneros, León

La casa solariega de la familia estaba en Quintana Raneros, a unos 10 Kms. de León, y junto a ella tenía una gran hacienda con chozas para los grandes rebaños de ganado. Estas chozas son el origen de los pueblos de Chozas de Arriba y Chozas de Abajo, que recuerdan el origen de la colonización del Páramo, un territorio salvaje que costó varios siglos colonizar. La familia también tenía el castillo de Tapia de la Ribera, en la ribera del Órbigo, entre otras posesiones.

Gonzalo nació en 1561 en el barrio de Santa Marina, «el barrio de la nobleza», el más antiguo de la ciudad, cerca de la catedral, donde se asentaban todas las familias de la vieja nobleza. Fue bautizado en la parroquia de Santa Marina, que entonces estaba en la calle de Santa Marina, donde aún quedan restos de la iglesia y donde estaban los enterramientos de la familia. En la parroquia se conserva la partida de bautismo. En 1571 entró a estudiar en el antiguo colegio de los jesuitas de León, en la calle Serranos, junto a la iglesia actual, y que fue fundado ese mismo año. Fue admitido en la Compañía en 1576 y entró a estudiar en el noviciado de Medina del Campo, porque todavía no existía el de Villagarcía de Campos.

En 1584 embarca para Méjico. Pasa un tiempo de aprendizaje en Michoacán, en el que salta la barrera de la lengua y aprende el carácter de los indios. En los nueve años que estuvo en Méjico aprendió ocho lenguas indígenas distintas, sin gramática, sin diccionario y sin medios, con la única ayuda de una sólida base gramatical en español y el latín y griego de sus años de estudiante, causando el asombro de los indios por la perfección con que les hablaba. Los indios también le admiraban por otras habilidades suyas, como la de montar y domar caballos, destreza que había adquirido en las fincas de su familia en León.

Biblioteca Nacional de España. Mapa de las misiones en Sinaloa

Su primera obra importante en Méjico fue la pacificación de los chichimecas, los indios del Norte. Ni los aztecas ni más tarde los españoles habían conseguido dominarles. Hacían la guerra a los colonos de la frontera y en sus expediciones llegaban a sólo 100 Kms. de la capital. Armado únicamente con su conocimiento de la psicología indígena se adentró él solo en la zona de guerra y consiguió lo que no habían conseguido los soldados. Cuando terminó la guerra fundó el pueblo de San Luis de la Paz, en Guanajuato, llamado así en recuerdo de San Luis IX rey de Francia y de la Virgen de la Paz, a los que tenía mucha devoción su familia. La imagen de la Virgen de la Paz se conserva en la iglesia de Santa Marina, en el Crucero, en el lado del evangelio. En el frente del altar está el escudo de la familia Tapia.

A continuación quiso ir más al norte, a Nuevo Méjico. Pero el gobernador de Nueva Vizcaya, Rodrigo del Río y Leza, conocedor del terreno y las distancias, le convenció para que se dirigiera al oeste, a la costa del Pacífico, y en 1591 emprendió el camino de Sinaloa, donde encontrará su destino.

En el primer viaje de exploración a Sinaloa los indios le contaron una leyenda: se les había aparecido una señora vestida de azul y les había dicho que buscaran maestros para instruirles en la religión cristiana. Lo contaban todos los indios de California, Colorado y Tejas, y todavía hoy lo cuentan en el norte de Méjico.

En el invierno entre 1591 y 1592 construyó la misión de Cubiri, en Sinaloa, que fue la primera misión permanente de los jesuitas en América, origen de todas las demás.

Poco después la malaria le obligó a cambiar de clima una temporada, y fue a la ciudad minera de Topia, en Durango, a 550 Kms., por terreno montañoso y sin caminos. En Topia y en el viaje de ida y vuelta hizo una labor de predicación y pacificación, incluso entre caníbales que no se habían sometido a España. Empezando una labor en aquel territorio que más tarde continuaron los franciscanos.

Francisco Javier Mielgo Álvarez, Círculo Cultural Juan Vázquez de Mella

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