El Bolívar que se quiso antiguo y moderno

Retrato de Bolívar, Ricardo Acevedo Bernal

La mejor crítica a la figura de Simón Bolívar es la del profesor Luis Corsi Otálora. Él destaca algo del mantuano que no suelen advertir ni sus detractores ni sus defensores. Bolívar fue un ser de contrastes, de contradicciones. No fue un defensor de sostener el antiguo orden español ni un jacobino adoctrinado por ideas inglesas; quiso ser ambas cosas: «¿A cuál de estas visiones atenerse? A todas y a ninguna», sintetiza el profesor en las primeras páginas de su libro más conocido, Bolívar: impacto del desarraigo.

Bolívar fue durante casi toda su vida un aplicador a rajatabla de la filosofía maquiavélica y la rousseauniana. Tardíamente cambia de mentalidad y pasa a un hobbesianismo mezclado con una apreciación notoria del antiguo orden hispánico.

Bolívar  decide crear una suerte de síntesis entre la república revolucionaria y la tradición hispánica en sus últimos años de vida. Sin embargo, esto es negado por ambos bandos. Sus defensores sostienen que fue así toda su vida, algunos incluso sosteniendo que nunca tuvo una etapa en la que su pensamiento era marcadamente masónico, sino que siempre fue puramente hispánico, queriendo quizás una suerte de monarquía católica pero sin el rey. Por otro lado, sus detractores ven en él la reencarnación de Voltaire y Rousseau, considerando que fue así hasta morir. Ambas visiones exageradas son un error.

La crítica de Corsi no consiste en la observación ya expuesta, sino la lectura que hace de esa realidad en confrontación a los resultados del gobierno bolivariano posterior a ese cambio de orientación.

Para el profesor, el error de Bolívar consiste precisamente en lo que muchos aplauden de su figura. A saber, querer conciliar la república moderna con la tradición hispánica, «a la antigua española», diría Bolívar. Las formas en la que se organiza el gobierno y la sociedad misma es un cuerpo, tal como pensaba Aristóteles. Estos cuerpos tienen una naturaleza, y como tal, los cuerpos suelen reaccionar mal cuando en él entran agentes extraños a su naturaleza.

El gobierno bolivariano finalmente fracasa por la razón simple de que conciliar dos cosas contradictorias en un mismo cuerpo no es natural. Y que funcione correctamente es tan imposible como que un mismo cuerpo se mueva simultáneamente a la izquierda y a la derecha. En este sentido, Luis Corsi desarrolla una crítica dentro del marco del pensamiento de Bolívar, y no desde fuera del mismo, demostrando la existencia de una contradicción interna. Siguiendo este orden de ideas, elogia al compañero de Bolívar, Francisco de Paula Santander, no porque su gobierno sea bueno, sino porque era un gobierno explícitamente revolucionario sin injertos extraños. Una revolución triunfa cuando es claramente revolucionaria y fracasa cuando trata de conciliarse con la tradición; del mismo modo que fracasaría una supuesta contrarrevolución que trata de conciliarse con la revolución.

Esta crítica es muy útil, no sólo por poder extenderse a otros personajes como Agustín de Iturbide o José de San Martín, sino porque demuestra el inevitable fracaso de quienes creen de forma obstinada que un gobierno de esta naturaleza puede subsistir una vez esté en el poder.

Éste es Bolívar, aquel que no fue ninguna cosa en concreto, sino muchas al mismo tiempo.

FARO/Círculo Tradicionalista Gaspar de Rodas de Medellín. E. Jiménez