Salamanca conmemora a los Mártires de la Tradición

se realizó un acto de homenaje y oración frente a la tumba del sacerdote y requeté José María Lamamié de Clairac y Alonso

El domingo día 9 de marzo, víspera de la fiesta instituida por D. Carlos VII, el Círculo Tradicionalista Enrique Gil y Robles, que ya tuvo representación la semana pasada en los actos principales de la Comunión Tradicionalista en Godella (Valencia), conmemoró en Salamanca a los Mártires de la Tradición. En primer lugar, se ofreció por ellos la santa misa tradicional en la iglesia de San Benito, como viene siendo ya costumbre desde los años de actividad de la A.E.T. (Agrupación de Estudiantes Tradicionalistas). Posteriormente se realizó un acto de homenaje y oración frente a la tumba del sacerdote y requeté José María Lamamié de Clairac y Alonso en el cementerio San Carlos Borromeo de la capital charra. En primer lugar se leyeron las conocidas palabras que D. Carlos VII escribió al marqués de Cerralbo para la institución de la fiesta de los Mártires de la Tradición, en la que se pide procurar sufragios por las almas de quienes padecieron y murieron por amor a Dios, a la Patria y al Rey, así como reunirse y rezar sobre sus tumbas. Recordando estas palabras quedaba patente el sentido de nuestros actos y la razón por la cual nos habíamos convocado frente a la tumba de uno de tantos héroes y mártires carlistas que habrá dado nuestra región y nuestra ciudad. Tras la lectura de la carta de D. Carlos VII se dio noticia sobre la vida y la muerte heroica de J. Mª. Lamamié de Clairac y Alonso en el frente el 8 de febrero de 1937, que ya fueron plasmadas en un artículo de La Esperanza. Especialmente reseñable es su pertenencia a la emblemática familia carlista salmantina de los Lamamié de Clairac, ya que fue descendiente de dos políticos y dirigentes destacados de la Comunión Tradicionalista, Juan Lamamié de Clairac y Trespalacios (su abuelo) y José María Lamamié de Clairac y de la Colina (su padre). Sus restos reposan en el nicho inmediatamente superior al de su hijo junto a sus respectivas esposas. También cabe destacar su muerte, cumpliendo en grado heroico con su labor sacerdotal y militar después de quedar moribundo al estallar una granada cerca de él, en un lugar próximo al Cerro de los Ángeles. Dando absoluciones y pidiendo que fueran atendidos otros heridos antes que él, fue finalmente evacuado al hospital de Pinto, donde rechazó una inyección de morfina para poder ofrecer sus sufrimientos por la Santa Causa.

Después de la emotiva evocación de la muerte del requeté salmantino se rezó un responso por él y por los demás mártires de nuestra ciudad, que pese a no conocer sus nombres, sabemos que ante Dios no son héroes anónimos. Para concluir el acto, se dio lectura del soneto A los mártires de la Tradición de Martín Garrido Hernando, quien fuera requeté en el Tercio Burgos-Sangüesa y calificado por el régimen de Franco en 1939 como «desafecto totalmente a FET y de las JONS», es decir, al Decreto de Unificación. Del poema se hicieron manipulaciones adaptadas a la sensibilidad democrática y liberal que han servido hasta hoy como responso oficial en las Fuerzas Armadas españolas, aunque sin que nunca pidieran permiso al autor ni a sus legítimos herederos. Por supuesto, la lectura que sirvió de cierre al acto homenaje, tras la que siguió la animada comida de hermandad, fue del poema original, que dice así:

Lo demandó el Honor y obedecieron;
Lo requirió el Deber y lo acataron;
Con su sangre la empresa rubricaron;
Con su esfuerzo, la Patria redimieron.

Fueron grandes y fuertes, porque fueron
Fieles al juramento que empeñaron.
Por eso, como púgiles lucharon,
Por eso como mártires murieron.

Inmolarse por Dios fue su destino;
Salvar a España, su pasión entera;
Servir al Rey, su vocación y sino.

¡No supieron querer otra Bandera!
¡No supieron andar otro camino!
¡No supieron morir de otra manera!

Círculo Tradicionalista Enrique Gil Robles de Salamanca        

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