
MEDELLÍN, COLOMBIA.– La semana anterior ha estado marcada por la preocupación en Colombia, especialmente en la ciudad de Medellín, capital del departamento de Antioquia. Una de las zonas otrora más católicas del país y que resistió con fiereza los embates del liberalismo.
Varios medios nacionales y locales han informado el cierre de los servicios de obstetricia en seis de las clínicas más importantes de la ciudad debido a los costos de mantenimiento que se encarecen en la medida en que la tasa de nacimientos disminuye no solo en la ciudad sino en el país.
La UdeA (Universidad de Antioquia) institución que recoge a la Facultad Nacional de Salud Pública, ha alertado sobre la preocupante situación y advierte que, si bien los nacimientos han disminuido, las salas de obstetricia cierran a una velocidad mayor, lo cual da a entender que la vida humana, el don más valioso, hoy solo es sinónimo de negocio y, al parecer, un mal negocio.
En contraste, las agrupaciones que conforman el movimiento provida en el país han denunciado que, en los últimos tres años, Profamilia —entidad privada, perteneciente a la Federación Internacional de Planificación Familiar (IPPF), a la que también pertenece Planned Parenthood— realizó 155.000 abortos seguros. Señalan especialmente que durante el pasado año 2024 más de 56.000 mujeres accedieron a asesinar a sus hijos en el vientre materno. Destaca, además, que esta cruel carnicería se da en hospitales comunes, de lo que se deduce que la cifra del exterminio es mucho mayor; un verdadero genocidio.
Un espectáculo triste y sangriento se ha cernido sobre nuestros países gracias a las ideas liberales que, durante 200 años, han desnaturalizado a la mujer bajo las banderas de un supuesto empoderamiento. Le han mentido, tal como la serpiente a Eva.
Agencia FARO, Colombia. A. Hincapié.
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