Misterios dolorosos por los Mártires de la Tradición (I): meditación inicial (vídeo)

la democracia siempre elige y elegirá a Barrabás, porque el número de tontos es infinito y siempre será mayor que el de los inteligentes

Cuando el mes dedicado a los Mártires de la Tradición va concluyendo, publicaremos cada día una de las cinco meditaciones de los misterios dolorosos del rosario, más una introductoria que aparece hoy, y que fue predicada por el Rvdo. P. Don José Ramón García Gallardo. Las decenas de amigos que se conectaron para rezar el Santo Rosario en línea, que desde hace cinco años organizan las margaritas hispánicas, pudieron escucharlas en directo y unirse a la oración. Aquí está el primer vídeo y, a continuación, el texto de dicha meditación inicial.

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En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Meditar sobre estos misterios supone tomar las armas de Nuestro Señor Jesucristo. Esas armas son la oración y la mortificación. El tiempo de Cuaresma es oportuno para este combate que se inicia litúrgicamente y que, como tradicionalistas, debemos continuar con las armas del Santo Rosario y los sacrificios que podamos ofrecerle. Quiero agradecer su presencia a mis queridos cofrades los padres Juan Retamar, Juan María Sellas, Vincent Pérez, José María Egurrola y Tomás Minguet, que van a dirigir cada uno un misterio de este Santo Rosario.

Nuestro combate no es contra la carne ni la sangre sino contra los espíritus malos que están en los aires[1]. Hoy mantenemos ese combate que los que nos precedieron en el signo de la fe ya comenzaron, librándolo hasta el martirio; ahora ellos ya duermen el sueño de la paz. Nuestra responsabilidad es continuar ese combate con lo que tenemos a mano. La armada de tradicionalistas y margaritas no es poco poderosa, pues aunque no cuenta con los medios de la OTAN ni de Rusia ni de este Occidente decadente, se alinea con el linaje de héroes y de santos a los que ahora nos unimos en oración. Ellos nos dan ejemplo e interceden por nosotros, para que el ideal por el que murieron no muera en nosotros ni acabe en nosotros. Sus semillas son fecundas por el Espíritu —con mayúsculas— de la tradición que nos vivifica y hace fecundos por la caridad, que está en el sacrificio.

En este rosario también recodamos que es el centenario de la encíclica que declara la realeza social de Nuestro Señor Jesucristo: Quas primas integra el magisterio perenne de la Iglesia y cada uno de nosotros tiene el deber de encarnar esa enseñanza. Debemos rendir pleitesía a Nuestro Señor con nuestras oraciones y esfuerzo militante, si queremos estar un día con los Mártires de la Tradición y formar parte de la Iglesia triunfante. La realeza de Nuestro Señor ha sido despreciada, vendida, escarnecida en esta sociedad, como aquel viernes santo en el pretorio, cuando le pusieron una clámide roja y una corona de espinas y se burlaron de Él, proclamando la mentira maléfica de la democracia que siempre elige y elegirá a Barrabás, porque el número de tontos es infinito[2] y siempre será mayor que el de los inteligentes. No estemos en medio de esa multitud que grita «no queremos que Él reine sobre nosotros». Toda autoridad viene de Dios y debemos saberla acatar y respetar en nuestra vida cotidiana con ese respeto al orden y a la legitimidad de origen y de ejercicio. Nuestro Señor Jesucristo el Rey de reyes acató la inicua sentencia de Pilatos, pidámosle la fuerza de serle leales y, cuando vayamos a comulgar y a recibirlo en la santa eucaristía, no nos acerquemos con las palmas abiertas sino con las manos cerradas, como corresponde a un caballero que va a rendir pleitesía a su Señor, a su Rey. Que lo recibamos así en nuestras almas, para que su reino se instaure en nuestros corazones, y como bonum est diffusivum sui lo irradiemos a esta sociedad donde el sol de la Cristiandad está siendo eclipsado por la luna de los mahometanos.

Quiera Dios que muchas almas empuñen el alma del rosario y que muchas margaritas y requetés pongan sobre su frente la boina bendita y de esa manera tendremos menos «hiyab» de los mahometanos e islamistas en las calles que empiezan a abundar, como sunami fatal, en castigo de nuestra tibieza. Como consecuencia de su apostasía, el estado de los países de Occidente va a ser peor que el que tenían cuando fueron paganos, antes de su conversión, porque el diablo se fue, encontró todo ordenado, volvió con siete peores y hoy nos encontramos en situación desesperada.

A las armas, mis queridos amigos. Tenemos una infalible, el Santo Rosario, porque no luchamos contra los poderes de la carne y de la sangre sino contra los malos espíritus que están en los aires.

Rvdo. Padre José Ramón Ma. García Gallardo

[1] Ef. VI, 12.

[2] Ecl. I, 15.

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