
ESPAÑA, MADRID – Tal y como había informado La Esperanza, en la tarde del jueves 27 de marzo, el Profesor José Miguel Gambra, quien fuera hasta hace poco catedrático de Lógica, participó en el VIII Congreso de Pensamiento Católico organizado por la asociación estudiantil San Isidoro de Sevilla.
En la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense, impartió una lección magistral sobre La analogía en Santo Tomás y en Santiago Ramírez.
Debe destacarse que su conferencia no fue simplemente una más entre las restantes, pues no en vano el Prof. Gambra ha sido uno de los docentes de la casa que más ha apoyado esta laudable iniciativa desde sus comienzos. Ha estado presente en todas sus ediciones anuales y animando a sus organizadores a convertir lo que eran unas Jornadas en un Congreso académico propiamente dicho. De cuyo comité académico, por cierto, fue director desde la IV convocatoria, y a cuya buena orientación contribuyó notablemente durante varios años.
Amén de un considerable número de estudiantes universitarios, entre el auditorio del Congreso se encontraban varios correligionarios del Círculo Antonio Molle Lazo e incluso del Círculo valenciano Alberto Ruiz de Galarreta y del sevillano Elías de Tejada, que quisieron desplazarse para escuchar y saludar al maestro.
El ponente disertó sobre uno de los temas filosóficos fundamentales, como es el de la analogía, apoyándose en las mejores y más seguras fuentes doctrinales: el Doctor Común —en la estela de cuyo 800º natalicio se inscribe este Congreso— y el P. Santiago Ramírez Dulanto (1891-1967). Ramírez fue filósofo y teólogo dominico burgalés, de quien con toda justeza se ha dicho que fue una de las mayores cimas del tomismo en el siglo XX, el teólogo español más importante desde la segunda escolástica e, incluso, un Thomas redivivus.
Lejos de ser la primera ocasión en que el Prof. Gambra abordara esta cuestión, vale recordar que ya en su juventud se ocupó de la doctrina de la analogía en el P. Ramírez, tema que centró su trabajo doctoral (1977), bajo la dirección de su maestro y antecesor en la Cátedra, Leopoldo Eulogio Palacios. Y que dio lugar a una obra de referencia: La analogía en general. Síntesis tomista de Santiago M. Ramírez (2002).
Entrando ya en materia, hemos de comenzar señalando que la densidad y complejidad del tema, así como la precisión y profundidad filosófica que se exhibieron, aconsejan limitar este papel a los márgenes de una simple reseña, necesariamente escueta e incompleta, sin pretender abocetar siquiera una síntesis, que no haría justicia al ponente ni a su ponencia.
Precisamente don José Miguel Gambra advirtió preliminarmente de una serie de cuestiones previas necesarias para penetrar en cuestión tan difícil. Abrió el tema señalando que el planteamiento histórico del problema de la analogía sólo es explicable si se tiene en cuenta que el contexto filosófico en que surgió y se desarrolló era fundamentalmente realista.
Aun desde la postura de la analogía del ser y la metefísica aristotélica de la forma, la lógica cuestión de la pluralidad y la unidad emerge de nuevo: o bien la unidad del ente es una mera ficción de la razón, o bien es real y toda la diversidad de lo real confluye a la postre en lo uno.
Pasemos ya a la parte central de la conferencia. Aunque pasó revista a otros autores (Enrique de Gante, Duns Scoto, etc.), se centró especialmente en Cayetano y en Suárez, en contraste con Santo Tomás de Aquino. Aunque el Doctor Angélico no dedicó un tratado a la analogía, en su uso de los conceptos análogos se encuentra una doctrina latente, que Ramírez contribuyó enormemente a explicitar y clarificar.
El teólogo español recoge la analogía de proporción propia de Cayetano, pero rescatando el contexto de la participación del ser, vena platónica de Santo Tomás, también la analogía de atribución intrínseca, con base objetiva en la realidad, además de la extrínseca.
Las observaciones conclusivas de la conferencia se dirigieron a encarecer la importancia de la analogía para todas las ciencias, tanto teóricas (metafísica, teología, etc.), como prácticas.
Quizá no está de más indicar que el propio ponente, en su monografía antes citada, señala el nombre de Juan Vallet de Goytisolo como uno de los más señeros defensores de la analogía en el ejercicio de la jurisprudencia.
Dijimos que la disertación de nuestro maestro y correligionario no fue una más, y ello por un motivo adicional: por la brillantez, ortodoxia y virtudes pedagógicas a que nos tiene acostumbrados. Que son el sello de su magisterio y de su apostolado.
Agencia FARO/Círculo Alberto Ruiz de Galarreta
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